En torno a los deseos contrariados


Con apenas 10 años de trayectoria, Noelia Moncada es una de las cantantes más interesantes que hoy tiene el tango. Acá comenta las claves de Marioneta, su segundo y flamante disco solista. Lo presenta mañana en Café Vinilo con los mismos músicos que participaron de la grabación y un número artístico en el que sorprenderá con una faceta insospechada.

      “Vivencial”. Así define ella su segundo CD solista, una edición independiente en la que por primera vez se dio el gusto de decidir con total autonomía qué hacer en cada plano. “Es vivencial porque se conecta con cuestiones personales profundas. En este disco hay dos tangos que siento que cierran problemáticas familiares: Madrigal de ausencia y Más allá de la noche. Por otro lado, en El motivo y La última grela y el tema que da nombre al disco aparece el tema de la prostitución. Recién después de un tiempo pude entender cuál era el denominador común entre esas temáticas. Tanto esas grelas como yo cuando empecé a preparar el disco estábamos viviendo una distancia con el deseo”, cuenta la cantante respecto de las letras de Marioneta, el disco que presentará mañana a las 21 en Café Vinilo (Gorriti 3780, CABA), el 24-5 a la misma hora en Los 36 Billares (Av. de Mayo 1265, CABA) y el 1-6 en el Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río, Rosario).
      El interior del arte de tapa abre con un sugerente texto sobre los hilos que nos manejan. Ahí la artista rosarina da a entender que hay hilos que conviene cortar y otros que, por más que logremos identificar, siempre estarán gobernándonos. “Pienso que es mejor aprender a llevarlos –sostiene Noelia–. Cuando uno cree que con la confianza personal puede con todo, te podés comer un garrón. Hay cosas que uno no maneja y aceptarlo es todo un aprendizaje”.
      Esas inquietudes filosóficas se plasmaron en doce canciones de tono tanguero clásico, aunque barnizadas con originales arreglos. La voz plena y expresiva de Moncada se despliega versátil sobre un repertorio amplio: hay tangos muy versionados, otros novedosos y un par de temas ajenos al tango, como la zamba Barco quieto (de María Elena Walsh) y Retrato en blanco y negro (de Tom Jobim y Chico Buarque), en el que se anima a cantar en portugués. Una diversidad que le permite plasmar las mentadas experiencias vitales: “Yo hago mi propia lectura de los tangos. Obviamente que es importante conocer la historia en la que se basó el autor, pero me parece más importante conectar desde un lugar personal. Además, supongo que el poeta quiere que pase eso. Si no, en vez de escribir una poesía, hubiese escrito una biografía o una crónica periodística”.
      Al referirse al lenguaje musical utilizado, Noelia afirma orgullosa: “Siento que este disco me representa mucho porque tiene muchas ideas mías”. Para traducir esas ideas en arreglos convocó a Octavio Brunetti, un joven pianista rosarino radicado en Nueva York. “Fue un lujo trabajar con él –lo elogia–. Ya había cantado con él en Rosario, antes de venirme a Buenos Aires. Es muy talentoso y tiene una escucha muy atenta de lo que hace el cantante. En general, a los músicos les cuesta aceptar las ideas musicales de los cantantes. Y yo, cuando elijo una canción, ya me viene con ideas de cómo debería sonar. A Octavio no sólo podía contarle qué se me ocurría, sino que podía pedirle desde sensaciones o imágenes hasta variables muy concretas”.
      Otra particularidad de Marioneta es que en su novena pista aparece una voz masculina grave, elegante, extrañamente familiar. Es la de Daniel Rabinovich, uno de los integrantes históricos de Les Luthiers. Así resume Noelia su llegada a la placa: “Después de verme cantar varias veces, una noche se acercó a camarines para saludarme y decirme que le gustaba mucho cómo cantaba. Después yo lo correspondí yendo a ver a Les Luthiers y, cuando fui a saludarlo, me dijo: ‘Mirá que acepto invitaciones, a mí me gusta cantar tango’. Entonces lo invité primero a cantar en vivo y después a la grabación del disco. ‘Hagamos algo en joda, como una milonga’, le sugerí. ‘No, no –me contestó– yo quiero cantar tango en serio’. Claro, ¡no iba a actuar de sí mismo!, y eligió Barco quieto, que es ideal para cantar de a dos porque habla de una pareja”.
      Como los sábados cumple con un ciclo de funciones en el Teatro Gran Rex, Rabinovich no podrá estar en Café Vinilo, pero sí el 24 en Los 36 Billares. En ambas ocasiones Noelia cantará acompañada por los mismos dúctiles músicos que tocaron para el disco: Daniel Falasca en contrabajo, Sebastián Prusak en violín, Marco Antonio Fernández en bandoneón y Octavio Brunetti en piano.
      Pero lo más insólito de esos shows será la primera incursión pública de Noelia en la ventriloquía. “Es un espacio interesante. Siento que recién estoy empezando a tirar de la punta de un ovillo. Por ahora, estoy investigando sola, si bien hice alguna consulta con ventrilocuos profesionales”, dice con humildad. Lo cierto es que, al menos la primera noche ella va a ser presentada por Alfredo, un tanguero mayor, reacio a los cambios. “Por ahí anda –informa, señalando a un muñeco que descansa sobre una repisa–. Alfredo es un tipo machista y guarango. Encima, como fuma y toma whisky, tiene una voz rasposa, con lo cual me exige mucho las cuerdas vocales”. Todo queda en el círculo metafórico de los títeres, entre el destino, los mandatos y el libre albedrío. 

Carlos Bevilacqua

En la imagen, Noelia Moncada en una de las fotos de Pablo Scavino para el arte de tapa de Marioneta.

Publicado el 18-5-2012.