Danza, música en vivo, títeres, teatro de sombras y dibujos con arena confluyen con fascinantes resultados en Bambolenat, una puesta de Juan Pablo Sierra que se reestrenó el 5 de agosto último en la Sala Siranush. En este tercer ciclo, la obra podrá verse todos los domingos de agosto.
En la cartelera porteña abundan los espectáculos que combinan varias disciplinas: danza, teatro, artes visuales, acrobacia, música, etc. Muchas veces, en estos trabajos sucede que nos atrae sólo alguno de sus elementos: disfrutamos de la música pero no de la danza, nos gusta la imagen pero no podemos concentrarnos en los movimientos. Y en la mayoría de las ocasiones al espectador se le escapa el sentido del conjunto, se tiene la sensación de que están todas esas piezas allí sin llegar a ensamblarse del todo y uno se va de la sala pensando que algo falta, aunque no queda muy claro qué.
Bambolenat es, en cambio y en principio, una obra de confluencia. Resultado del aporte de varios ríos con corrientes diversas, aunque todos de inmenso caudal, esta obra de la Compañía Sombras de Arena, con la puesta en escena de Juan Pablo Sierra, ofrece a los sentidos un ancho mar en donde se disfruta, en primer lugar, de la fusión de las diferentes disciplinas en juego, y, a medida que el trabajo transcurre, se pueden descubrir también los hilos de agua que la hicieron posible.
En el inicio, los sonidos del didgeridoo (instrumento aborigen del norte de Australia) nos introducen en un ambiente de ensueños. Un hombre abre un gran libro del que emana una luz amarillenta que promete grandes historias. Y cumple.
Los diferentes intérpretes ya están sobre el escenario preparados para interactuar y crear en ese instante un mundo fascinante. Este mundo es efímero por su propia naturaleza: todo lo que sucede en Bambolenat es resultado de una articulación producida en vivo entre los diferentes elementos escénicos. Del carácter improvisado de las acciones es que la obra obtiene su potencia, en tanto el espectador la sabe viva.
A la derecha, los músicos. Germán Cantero, encargado principalmente del ensamblado electrónico aunque alterna por momentos con algunas cuerdas; Gabi Landolfi, que aporta el sonido de instrumentos de procedencia aborigen; Douglas Felis, con su flauta de Egipto y sus coros y Naymi García, artista invitada, que le otorga una hermosa voz a la Diosa del cuento, ofrecen a la obra un marco melódico y rítmico. A la izquierda del escenario, el gran creador de paisajes de arena, Alejandro Bustos. Este intérprete tiene delante suyo una amplia mesa en donde va dejando caer de sus manos diferentes cantidades de arena. A veces en montoncitos, a veces más esparcida, va formando con sus pequeños granos cavernas asfixiantes, árboles frondosos, arroyos y profundidades oceánicas, aguas clamas y torbellinos, volcanes y caminos para recorrer. Una cámara toma esa superficie y la proyecta sobre una pantalla que ocupa el centro del escenario. Matías Haberfeld (su sombra, en realidad), que da cuerpo al personaje principal de esta historia, se abre paso entre los diferentes ambientes para contar sus deseos, sus luchas, sus transformaciones. Los personajes con los que se cruza en su viaje (títeres de sombra) están a cargo de Natalia Gregorio.
El trabajo a partir de las sombras que plantea esta obra permite al espectador introducirse de lleno en lo que está sucediendo. Aunque es muy profunda en su oscuridad y muy clara en su contorno, la sombra funciona asimismo como espacio para ser completado por la imaginación. El espectador puede rellenar las figuras a gusto, darles color, imaginar detalles y dejarse llevar por esas tinieblas mágicas.
Aunque Bambolenat no está planteada para nada en clave infantil (y esto la hace mucho más jugosa), el condimento mágico, misterioso y delicado que posee resulta llamativo e interesante también para los chicos. Por eso, es una obra disfrutable, en su conjunto y en cada una de sus partes, por grandes y chicos.
Como dato adicional, especialmente para los interesados en el lenguaje corporal, se recomienda prestar particular atención a Bustos mientras dibuja. Su cuerpo no sólo aprovecha al máximo el ritmo musical para trabajar, sino que bajo el foco de luz se convierte en una pequeña obra de danza aparte, aunque dentro de la propuesta multimedial.
Para terminar, vale una aclaración en relación al lugar en el que se está presentando la obra de la Compañía Sombras de Arena en esta oportunidad. La Sala Siranush (Armenia 1353, CABA) está organizada como un enorme living en el que grandes sillones están repartidos por el espacio alrededor de mesas bajas. Si uno está con ganas de disfrutar alguna picada árabe y tomar una copa de vino antes de ver la función es el lugar ideal, ya que hay una pequeña carta que ofrece varias delicias. Sin embargo, si el plan de la salida es ver la obra e ir luego a cenar, conviene tener en cuenta que se espera a que la gente termine de comer para empezar la función, por lo que Bambolenat (pautada para las 20) comienza en realidad alrededor de las 20:45. Estrenada el 5 de agosto último, esta obra estará en cartel los demás domingos de agosto en el horario mencionado.
Magdalena Casanova
En la imagen, Bustos haciendo de las suyas. Foto cedida por la agencia Duche-Zárate.
Publicado el 11-8-2012.