A pesar de la distancia, son bandas hermanas: la Kust Bandet (Suecia) y la Porteña Jazz Band (Argentina) tienen varios rasgos en común. Ayer brillaron por separado y juntas en una edición especial del ciclo Jazzología, que también contó con las destrezas de la compañía de danza Happy Feet.
“La reunión de hoy es una cumbre del jazz tradicional”, opinó Carlos Inzillo, presentador y productor del ciclo Jazzología cuando promediaba el concierto de anoche en el Complejo Cultural 25 de Mayo. Es que en el remozado teatro de Villa Urquiza se encontraron la sueca Kust Bandet con la argentina Porteña Jazz Band, dos agrupaciones hermanadas en el cultivo del llamado hot jazz y del swing. Los parecidos no terminan ahí: ambas bandas tienen alrededor de 40 años de vida, conservan todavía algunos de los miembros originales y durante décadas han confluido en festivales europeos de jazz.
Los 12 miembros de la Kust Bandet fueron los únicos protagonistas de la primera mitad de la función, cuando dejaron una contundente muestra de sus capacidades para recrear esa energía contagiosa del primer jazz. Con un sonido compacto, pero lleno de matices en el tratamiento de las melodías, fueron recorriendo piezas de Bix Beiderbecke, Louis Armstrong, Duke Ellington y Count Basie, entre otros. En algunos casos, la ductilidad de los músicos de la Kust Bandet es tal que además de tener un rol central con un instrumento, son capaces de tocar otros y de cantar los estribillos en temas como Nobody’s sweetheart o Brother, can you spare a dime? Entre un tema y otro, el trombonista y director Jens "Jesse" Lindgren realizó simpáticos comentarios sobre el repertorio en un diáfano inglés.
Durante un breve intervalo, la Bohemia Jazz Band entretuvo al público tocando al estilo dixieland mientras circulaba por los pasillos del auditorio con su bagaje de tuba, banjo, corneta, trompeta y tabla de lavar.
Más conocida para el público local, la Porteña entregó en al comienzo de la segunda mitad un set relativamente corto pero pletórico de alegría en la polifónica recreación que hizo del llamado jazz negro y hasta de temas prehistóricos del jazz como Ponte el bonete gris, siempre en el estilo Nueva Orleans.
La Kust Bandet regresó luego con el acompañamiento de Happy Feet, grupo de talentosos bailarines de swing que deleitó al público con oportunas coreografías de I aint got nobody, Nagasaki y el tema homónimo al del cuerpo de baile. Cerca de la despedida, los suecos redujeron la velocidad rítmica con Goodbye, el tema de Benny Goodman que incluyó un solo del trompetista Fredrik Olson, siempre con un fuerte peso de los instrumentos de viento.
Como era de suponer, argentinos y suecos compartieron el último tramo del concierto. Juntos interpretaron Washington and Lee blues, en el que las secciones de ambas formaciones se unieron para ir protagonizando los solos habitualmente destinados a menos instrumentos. Un broche bien emotivo, a tono con el intercambio de halagos entre Inzillo, Lindgren (portavoz de la banda sueca durante toda la noche) y el embajador del país escandinavo, presente en la sala.
La Kust Bandet (“banda de la costa”, en sueco) está financiada por el Consejo de la Cultura, un organismo estatal sueco. La Porteña Jazz Band, en cambio, es una agrupación independiente que tiene en el trompetista Omar Oliveros a su actual director musical. El ballet Happy Feet se presentó ayer con Ana Luz Crespi, Manuel Vician, Gastón Fernández y Tina Rizza.
La progresión de Jazzología anuncia otra cita para agendar: el Festival de Cuerdas Gitanas con Ricardo Pellican, Swing Tzigane y Jorgelina Alemán, el próximo martes 27 desde las 20:30 en el Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551. Las entradas son gratuitas y se entregan, hasta dos por persona, el mismo día del concierto desde las 18:30 en el centro cultural.
Carlos Bevilacqua
Imagen: La Kust Bandet. Gentileza de Carlos Inzillo.
Publicado el 21-10-2010