El rol de intérprete adquiere una dimensión fantástica en artistas como Juan Falú y Oscar Alem. Atentos a sus propias sensibilidades y al diálogo musical que se va dando entre ambos, logran versiones únicas de diversas piezas de la música autóctona argentina desde la guitarra y el piano, respectivamente. Así es como zambas, chacareras, tangos y milongas transitan por caminos originales, siempre sutiles, cálidos y floridos. Al menos de ese tono fue la atmósfera que crearon ambos, experimentados y sabios músicos, en el concierto que dieron anoche en el Café Vinilo, un hermoso lugar para escuchar música en vivo inaugurado hace apenas cuatro meses en Palermo Viejo.
El público no era mucho. En la sala más bien pequeña con mesas y sillas más una grada al fondo, la gente cubría apenas la mitad de las localidades. Sin embargo, Falú y Alem lograron encender un fogón imaginario apenas arrancaron con una delicada versión de La Añera. Seguirían demostrando sus capacidades para interactuar como dúo en piezas emblemáticas del folclore argentino, como Los ejes de mi carreta, y en tangos igualmente clásicos como Nieblas del Riachuelo y Uno. Con frecuencia, las melodías iban pasando de la guitarra al piano (y viceversa) mientras el encargado circunstancial del acompañamiento desgranaba armonías tan originales como oportunas. Cada uno de los intérpretes tuvo además segmentos para explayarse en forma individual; por casos: Falú en Soledad, el tango de Gardel, y Alem en el comienzo de Luna tucumana, el tercer bis que entregaron a un público que los aplaudió con respetuoso fervor cuando habían terminado con la lista programada. Antes, en ese camino lleno de sutilezas que fueron enhebrando, habían atravesado también algunas pintorescas dificultades. A saber, a Falú se le rompieron dos veces las uñas (en una paradoja respecto del trato más bien amoroso que le dio a la guitarra) y mantuvo un amistoso entredicho con Alem cuando quiso intentar una versión conjunta de la polca El pájaro chogüí.
El show, de unos 90 minutos corridos, fue pródigo en buenos momentos para los melómanos que, atentos, guardaron un silencio reverencial. Sólo cabe lamentar que Falú, hombre por lo general didáctico y ameno en sus palabras públicas, haya estado ayer muy parco, al punto de no mencionar los nombres de la mayoría de las piezas interpretadas.
Como viene ocurriendo desde hace varios meses, la excusa para el encuentro de ayer fue la presentación de Baisanos, un CD que registra el show que Falú y Alem debieron improvisar en Bahía Blanca en junio de 2006, ante la ausencia de Ramón Navarro (el tercer invitado a la cita). La feliz química que se dio en aquel entonces entre los dos fue capturada, sin previo aviso, por un sonidista que luego cedió la cinta para una edición discográfica de Epsa.
El guitarrista tucumano y el pianista bonaerense se parecen hasta en los gestos, introspectivos al tocar; humildes al dirigirse al público, relajados siempre. Fachadas similares que parecen reflejar interiores también afines, hechos de condiciones naturales, pero también de práctica y tiempo.
Carlos Bevilacqua
Publicado el 25-10-2009.