La compañía irlandesa Celtic Legends se presentó anoche como parte de la programación del Festival de Otoño de Buenos Aires. La admiración del público se concentró en la danza, por lo complejo y ajustado de las coreografías, pero también hubo muy buena música en vivo. Volverán a actuar hoy, desde las 20:30, en el Teatro Coliseo.
Los bailarines llegan dando pasos largos y pequeños saltos sin perder nunca la postura erguida. Una vez que se ubican en la posición inicial de cada rutina, empiezan a desplegar un zapateo de dimensiones impactantes por la motricidad fina que demanda. La admiración del público se multiplica ante la capacidad que los artistas demuestran para realizar marcaciones rítmicas con los pies en unidades mínimas, de tan breves. La situación, aunque con algunas variantes, se repitió durante toda la función que la compañía irlandesa Celtic Legends dio anoche en el Teatro Coliseo como parte del I Festival de Otoño de Buenos Aires.
Como referencia, Celtic Legends reproduce un modelo similar al de otras compañías irlandesas de danza y música en vivo como Lord of the Dance, Rhythm of the Dance y River of the Dance. En este caso, siete mujeres y cuatro varones (todos jóvenes) despliegan un vigoroso zapateo al veloz ritmo que generan los músicos que se ubican al fondo del escenario. Los bailarines no tienen contacto físico entre ellos; la interacción que se establece es a través del escenario, ya que se ubican trazando formas geométricas u ocupando estratégicamente cada sector a la manera clásica de los grandes musicales. Sólo en algunos pasajes hay juegos en solos o dúos, por demás atractivos cuando se establecen esos diálogos que se dan también en otras danzas. La coordinación, de ribetes irreprochables, juega un papel fundamental en los cuadros. Una virtud que resulta todavía más deslumbrante por la velocidad y riqueza de los movimientos ejecutados.
Algunas formas de la danza mostrada anoche sobre el escenario llaman la atención al ojo no habituado al folclore celta. En principio, el grado de desarrollo del zapateo descripto, con golpes de punta y taco hacia atrás, hacia adelante y hacia los costados, intercalados por patadas hacia adelante y permanentes saltos en el lugar luego de una determinada cantidad de compases. En tanto, los intérpretes no abandonan nunca una postura muy erguida; ellos con los brazos cruzados atrás, ellas más libres para gesticular mientras bailan.
Por otro lado, no es una danza de pareja, sino colectiva, al menos según las formas estilizadas para show que cultiva Celtic Legends. Sólo en uno de los últimos cuadros un varón y una mujer se toman brevemente del brazo para realizar juntos la misma coreografía.
Otra curiosidad está dada por un paso cruzado que le permite al varón ir desplazándose muy rápidamente hacia un costado, pero a partir de movimientos muy sutiles, en una imagen que recuerda ciertos recursos del breakdance de Michael Jackson.
Y, como pasa con pocos géneros (el flamenco, el malambo, el tap), la danza típica celta que despliega Celtic Legends genera música desde sus propios movimientos, más específicamente con el taconeo sobre un piso de madera. Así quedó demostrado en los cuadros en que algunos de los once bailarines generaban la música que bailaban sin aporte de instrumento alguno.
Música en vivo
En rigor, la danza fue la expresión más espectacular, acaso por infrecuente para los porteños, de un show que tuvo en la música en vivo otro pilar fundamental. Un quinteto de talentosos músicos entregó poderosas versiones de temas tradicionales celtas arreglados por ellos mismos para flauta traversa, violín, acordeón irlandés, guitarra y la infaltable gaita. Las melodías, casi siempre muy dinámicas y alegres, cumplieron con el estereotipo previo que se tiene de la música celta. Pero sus hacedores no dejaron de sorprender, tanto por el ensamble colectivo a caballo de vertiginosos ritmos como por la capacidad interpretativa de cada uno de los instrumentistas. La arrolladora polifonía del quinteto fue matizada en algunos tramos por la dulzura del guitarrista Edi Brian, quien en soledad interpretó canciones de ascendencia celta, algunas nacidas del otro lado del Atlántico como parte del bluegrass estadounidense. También tuvo su tramo de lucimiento individual la violinista del quinteto, con un estilo tan fuerte y visceral que a lo largo de la noche rompió varios hilos del arco de su instrumento.
Como toda escenografía, sobre un fondo negro se recortaban tres enormes telas blancas triangulares que esbozaban la fisonomía de un barco a vela. La referencia, alusiva al carácter itinerante de la raza celta, resultaba particularmente emotiva para un público compuesto en su mayoría por descendientes de inmigrantes europeos. Claro que esa sensación de aire familiar mucho tenía que ver con el sonido de la gaita, tan asociado a la música de Galicia, de donde tantos de nosotros de alguna u otra forma provenimos y donde los celtas desembarcaron con su bagaje cultural hace siglos.
Celtic Legends se había presentado por primera vez como parte de la programación del Festival de Otoño anteanoche y volverá a hacerlo por última vez hoy, en una función que comenzará a las 20:30. El costo de las entradas oscila entre los 70 y los 190 pesos.
Carlos Bevilacqua
Foto: El elenco de Celtic Legends en acción (gentileza de la Agencia de prensa Pintos & Gamboa).
Publicado el 25-4-2010.