Cerca de la revolución

Curado por Lola Arias y Stefan Kaegi, pasó por Buenos Aires el Festival Ciudades Paralelas, compuesto por originales intervenciones de espacios cotidianos. Una de ellas fue Shopping, La Primera Internacional de los Shopping Malls, un radioballet ideado por el grupo Ligna y del que esta cronista fue partícipe, a principios de diciembre.

      La gacetilla informa que, a diferencia de otros festivales, Ciudades Paralelas no traslada escenografías ni grupos teatrales sino conceptos puestos en escena en los mismos tipos de espacios pero en diferentes contextos culturales y con distintos performers. Frente a la propuesta, surgen nuevamente las preguntas. ¿Innovación en el concepto de festivales? ¿Surgimiento de un nuevo artista trashumante de la posmodernidad?
      Ligna nace en 1997 y está conformado por un grupo de teóricos de los medios y artistas de Hamburgo: Ole Frahm, Michael Hueners y Torsten Michaelsen. Indagan, a través de intervenciones y performances, las posibilidades de producir nuevos formatos de radio, interesados particularmente en el ámbito de la recepción. Uno de sus modelos de trabajo es el “radioballet”, creado en 2002, en el cual se provee a los asistentes de una radio portátil y auriculares, a través de los cuales escuchan una pieza radiofónica que incluye una guía para recorrer el espacio; reciben indicaciones que van desde un concepto para la aprehensión del mismo hasta el tipo de movimientos a realizar y su temporalidad (orden, duración, frecuencia).
      Ciudades Paralelas se propone transformar espacios de uso cotidiano en escenarios, a fin de modificar la relación que tenemos con ellos. En este contexto, el grupo Ligna intervino tres shoppings: Alto Palermo, Abasto y Galerías Pacífico. En el último, quien suscribe fue parte de un heterogéneo grupo de desconocidos que el 3 de diciembre último consiguieron romper con la dinámica habitual del paseo de compras en una performance dirigida por Michaelsen.

Los intrusos
   
      El espectáculo comienza cuando se nos cita en un punto de encuentro que sólo nosotros conocemos y en el cuál se nos provee de un elemento, la radio. Uno puede dirigirse al shopping mientras hace tiempo si llegó temprano, o quedarse ahí; la transmisión, nos informan, se inicia a una hora exacta. Y allí estamos, escuchando. Diferentes voces, nos introducen en el mundo del mercado, reflexionan sobre el valor de las mercancías y sobre la fuerza de trabajo que cristalizan. Nos habla el mismo shopping sobre plusvalía y capital, y las mercancías allí expuestas nos interpelan. Siempre guiados a través de la escucha, los asistentes devenidos performers comienzan a registrarse entre sí, a encontrarse y mirarse disimuladamente, parece imposible, pero sucede. Guiñarse un ojo o reconocerse a través de un bostezo son actos que dan inicio a un extraño ballet. Tratar de ser invisible, mimetizarse con el paseante usual, apropiarse de gestos, de caminatas, tocar el espacio, percibirlo, son algunas de las indicaciones que se alternan con el sustento ideológico de la propuesta; y de ese modo comienza a enrarecerse el espacio.

Subvirtiendo el orden

      En la medida en que cada radioescucha cumple con las consignas (escribir un mensaje secreto y guardarlo hasta recibir la orden de intercambiarlo con otro agente, arrojar una moneda al piso, detenerse en el lugar con un brazo extendido, rascarse la nariz, deambular a diferentes velocidades y en diferentes direcciones, ingresar a un negocio y elegir un objeto, entre muchas), la dinámica del espacio comienza a modificarse y así el orden habitual se subvierte. Los empleados de seguridad se miran, el paseante común se corre, se ríe, se asusta. Se va gestando entonces un grupo de composición heterogénea pero cuya conducta presenta la homogeneidad de un cuerpo de baile. Y comienza a vislumbrarse el radioballet que se mueve por pasillos, escaleras, halls y negocios desestructurando el tranquilo fluir del paseo de compras. Aquí es donde Shopping, la I Internacional de los Shopping Malls emula aquella primera asociación internacional proletaria fundada 146 años atrás en Londres, en tanto reunión de sujetos distintos y distantes pero con una necesidad única como motor. Con el objetivo central de abordar un espacio cotidiano y privado para transformarlo desde el movimiento y la temporalidad en un lugar público, desarrollando en él los mismos movimientos pero de modo diferente o bien incorporando aquellos no habituales en ese lugar. Ligna, en su transmisión, apela a que el oyente actúe como agente de esta asociación transitoria y desde esa unidad construya una nueva manera de relación a través de miradas e intercambios.

Sin miedo al otro
   
      En términos temporales, es posible notar una especie de crescendo, en tanto la existencia del grupo cada vez será más notable y a la vez más difícil de individualizar. Basta recordar lo que quien escribe pudo vivir al final de la performance, cumpliendo la indicación de bailar y aplaudir acercándose a los agentes más próximos sin mediar palabra. Era difícil distinguir a quienes protagonizaban el acto de quienes se acercaban curiosos y un tercer grupo que no entendía lo que sucedía pero tampoco se alejaba. De forma repentina una muchedumbre se reía, se acercaba, y comenzaba a hablarse y a compartir la experiencia, no sólo cuando los performers aún continuaban con los auriculares puestos, sino también en el camino de vuelta al punto de encuentro donde se devolvían los elementos. Un conjunto de desconocidos, dispersos en grupos de tres o más caminaban por la calle compartiendo impresiones y sensaciones. Un intercambio maravilloso que comenzó como un hecho clandestino y se transformó en una reunión artística y pública increíblemente movilizante.
      Esa fue la verdadera revolución. En épocas en las que, a través del tan reiterado discurso de “la inseguridad” muchos temen salir, donde la desconfianza prima como única relación posible con el otro, Ligna, sirviéndose de desconocidos, tomó por asalto un espacio que simula el libre acceso pero que es eminentemente privado y, una vez subvertidas sus costumbres, los protagonistas fueron arrojados nuevamente a la esfera pública hasta disolverse, como pequeños estallidos de vida, fugaces pero certeros, allí donde es necesario: justo en el centro del alma de los sujetos.

Larisa Rivarola

Nota: Ligna se presentó en Buenos Aires el 26 y 27 de noviembre y el 3 y 4 de diciembre de 2010 en los shoppings mencionados.

En la imagen: algunos de los actores no profesionales que protagonizaron las intervenciones del grupo Ligna. Fotos gentileza del festival.


Publicado el 27-12-2010.