Zapada jazzera


En un servicio a la comunidad, Melografías trasnochó para averiguar en qué consiste una jam session. O, al menos, las que organiza el Gobierno de la Ciudad con algunos de los músicos que participan del Festival de Jazz en curso por estos días. ¿El camino de la improvisación colectiva o apenas una ventana a sus posibles proyecciones?

      En inglés, la palabra “jam” tiene varios significados. Como sustantivo, puede aludir a un embotellamiento de transito, a un atasco de otro tipo, o a una situación embarazosa. Como verbo, “to jam” puede significar meter algo a la fuerza, obstruir, atascarse algo o amontonarse, apretarse la gente en un determinado lugar. Es probable que este último haya sido el significado que tuvieron en cuenta los músicos residentes en Nueva York de los años ’30 que empezaron a usar esa palabrita para referirse a las reuniones en las que tocaban, relajados, la música que les venía en gana, por el mero placer de hacerlo. A veces en clubes de jazz, otras veces en la casa de alguno de ellos, siempre después del horario de trabajo. Fue entonces cuando se empezó a hablar de "jam sessions" (sesiones de jam) o, simplemente de "jams". Hoy, en el ámbito jazzero la expresión es sinónimo de reunión informal de músicos con ánimo de improvisar.
      En sus últimas ediciones, el Festival de Jazz de Buenos Aires buscó reproducir el encanto de aquellas juntadas espontáneas en jam sessions bastante más programadas, al punto de formar parte de la programación oficial del encuentro. Este año, serán en total cuatro las reuniones que el público podrá disfrutar gratuitamente hasta agotar la capacidad de La Trastienda, el ámbito elegido para reproducirlas.
      Melografías estuvo presente en la segunda de esas cuatro jams, ofrecida anteayer, desde las 23:30. Como el año pasado, el anfitrión de la noche fue el trompetista y humorista Gillespi, una personalidad bien oportuna para la ocasión. Fue él quien dio el puntapié inicial al frente de una banda compuesta por Enrique Schmidt en guitarra eléctrica, Arturo Puertas en contrabajo, Luciano Ruggieri en batería y Pablo Raposo en piano.
      Con tres versiones extendidas instalaron el clima relajado, hedonista, algo místico que se espera de una jam. Ya en el tercero, el swing fue ese duende inquieto que tanto esperamos, con sonoridades ligeramente “funkys”. Pero lo más interesante del caso fue que –como en casi todos los demás temas que siguieron– el sonido surgió de la interacción grupal propia del momento. Los músicos se ponen de acuerdo apenas en la tonalidad y, acaso, en el tema o melodía principal para después improvisar sobre eso libremente, sumar otros motivos y después volver al original o embarcarse en otros rumbos imprevisibles. Así es como la juntada deviene en un camino exploratorio, que cada tanto da con hallazgos de todo tipo: desde desencuentros indeseables hasta felices hallazgos. El riesgo, que le dicen.

Piezas intercambiables

      Como un director técnico con muchas opciones para cada puesto, Gillespi empezó pronto a reemplazar músicos por otros que esperaban tras bambalinas. Entró entonces Valentino para tocar la guitarra con su característica técnica del dedo pulgar, en reemplazo de Schmidt. Solos van, solos vienen, más la retroalimentación del público con aplausos y algún que otro grito de júbilo, el ambiente se fue calentando progresivamente. A esa altura, Gillespi aparecía cada tanto para subrayar algunas frases con su trompeta.
      El siguiente tramo introdujo un paréntesis de calma entre tantos decibeles. Se sumó la cantante Marian Fossati para interpretar el standard Georgia on my mind con un acompañamiento instrumental mucho más sutil. A continuación, llegó lo que Gillespi presentó con su verba desopilante como “un momento intimista, minimal, casi microscópico”: el dúo de Adrian Iaies en piano y el propio Gillespi en trompeta para Misty, otro clásico del jazz. El diálogo que se dio entre ambos fue delicioso, particularmente al final en un simpático juego imitativo. Cabe suponer que en Iaies, director artístico del festival, se impuso el deseo del músico por participar sobre cualquier prurito ético.
      Una renovada formación compuesta por Raposo, Ruggieri, el contrabajista Pablo Motta y el guitarrista Alejandro Demogli atacó luego las secuencias de All the things you are, entre otros temas. En una nota de color, Demogli participó con una guitarra algo deforme que carecía de clavijero. Gillespi volvió a visitarlos en forma intermitente. La adrenalina de no saber qué seguía (ni cómo) se respiraba en el ambiente. El tono potencial de “lo que pinte” es siempre excitante cuando los músicos son tan capaces. El último en sumarse a la gran zapada jazzera fue el guitarrista Leo Álvarez.
      El público, mayoritariamente joven, se mantuvo siempre conectado, con una devota atención a todo lo que ocurrió sobre el escenario. Y si bien casi no hubo tiempo para hacerse de bebidas en el poco rato que medió entre la apertura de las puertas y el comienzo de la jam, una hora y pico después los mozos de La Trastienda ya habían ido sembrando las mesas de copas varias. Como en cualquier jam que se precie. “Esto empieza cordial y luego se va degenerando a medida que el fernet va haciendo sus efectos”, había bromeado Gillespi al inaugurar la reunión.
      Sin embargo, no tuvo el alcohol una presencia determinante en la noche. Es más: por momentos, resultó una jam demasiado medida. Porque así como arrancó puntual (a todas luces una virtud), también se acabó en forma demasiado abrupta, poco antes de la 1:30, cuando el conductor agradeció a todos y saludó “hasta mañana” (por ayer, para cuando se anunció la presencia de ex-músicos de la banda de Miles Davis).
      Esta noche se realizará la cuarta y última jam del festival, desde las 23:30, en La Trastienda, Balcarce 460. La entrada es libre y gratuita, pero conviene llegar un rato antes porque, al menos el domingo, el local estuvo cubierto en un 90 por ciento. El festival ofrece además otras opciones para hoy y mañana, según puede comprobarse en http://www.buenosairesjazz.gob.ar/home10/web/es/events/index.html

Carlos Bevilacqua
Publicado el 7-12-2010.

En la imagen, Gillespi (trompeta), al frente de una de las muchas combinaciones que se dieron en la jam del domingo. Foto del cronista.