Talento fraterno

Los hermanos Koki y Pajarín Saavedra dieron anoche una contundente muestra de sus múltiples capacidades artísticas al protagonizar una versión renovada de A raíz del baile, el último espectáculo de la compañía que dirigen. Aunque la obra no tenga prevista por ahora otra fecha, la crónica de lo ocurrido puede ser una buena oportunidad para conocer a dos artistas excepcionales.

      Los espíritus ya estaban templados tras el set de percusión afro de la Escuela Clave, ofrecido un rato antes de la función, como para amenizar la espera en el patio de El Cubo. Una vez en la sala, el público tuvo el privilegio de entregarse a la portentosa magia de dos artistas de raza: Carlos Orlando Saavedra, alias Pajarín y su hermano Jorge Juan, más conocido como Koki.
      Es que además de bailar como los dioses, los dos cantan (muy bien), tocan diferentes instrumentos (percusión diversa y guitarra), componen parte de la música que interpretan, escriben las letras de esas piezas, y dirigen a un preciso ballet que en espectáculos anteriores llegó a contar con 20 bailarines. Como muestra condensada de tantas habilidades, son capaces por momentos de generar ellos mismos la música que bailan, ya sea al zapatear o cuando golpean contra el piso las boleadoras en dúos de increíble destreza.
      A través de una atinada selección de fragmentos de su último espectáculo, A raíz del baile, Koki y Pajarín propusieron un viaje imaginario por las regiones del país que más aportaron a la música folclórica. Así fue como se escucharon haynos, vidalas, chacareras, zambas y un chamamé, casi todos tocados en vivo por los mismos bailarines-músicos con la participación fundamental del guitarrista Federico Pecchia. En cada cuadro bailado, los Saavedra plasmaron una visión bien personal de las danzas folclóricas, elevando la esencia de cada una de ellas con oportunos recursos. Sólo en algunos tramos lo hicieron solos. En la mayoría de los cuadros lideraron un grupo de 13 bailarines de esos que deslumbran de tan técnicos y expresivos. A la vieja usanza, no le escapan a las coreografías grupales de estricta coordinación, de las que salen más que airosos. En otros pasajes, los directores de Nuevo Arte Nativo disponen una acción protagónica, presidiendo la escena, y otras acciones en derredor, secundarias pero relacionadas con la principal.
      Otro mérito de los hermanos Saavedra es el sabio manejo de los matices que revelan al ir de la sutileza al vigor, ya sea en el canto como en el baile. Una versatilidad que a su vez deben mostrar también los demás intérpretes en fragmentos que pueden ser meramente instrumentales (los menos), de música y canto, o bailados (con o sin canto).
      La combinación de artistas sobre el escenario también va variando de un cuadro a otro. Ejemplo: de la dulzura de Cosechero bailado por las siete mujeres del elenco, esas mismas bailarinas nos pueden llevar a una vidala que cobra reminiscencias bluseras en la guitarra de Pecchia y, a poco de andar, deriva en un “in crescendo” de percusión en manos de los varones del grupo. De Koki y Pajarín cantando o un solo de malambo en las botas de Emilce Marcolongo (sí, una dama zapateando) se puede llegar más tarde a un cuadro grupal en el que los directores se desafían con zapateos de dificultad creciente. En ese camino resultaron especialmente emotivas las interpretaciones de Che abanico, la composición de Koki y Pajarín en la que celebran la riqueza cultural del país (y de alguna manera resumen el contenido del espectáculo), el baile de los hermanos para Bailar y vivir (zamba tributo al padre de ambos, el gran bailarín Carlos Saavedra) y un cuadro de chamamé estilizado, uno de los pocos en que no tienen ninguna participación directa.
      La pluralidad descripta se vio enriquecida ayer por la inserción de dos cuadros no estrictamente folclóricos, pero parientes. Por un lado, el fascinante zapateo flamenco de Alicia Fiuri con acompañamiento de Claudia Montoya en cante y las guitarras de Hernán Diéguez y Fernanda De Córdoba. Por otro, las virtuosas caminatas abrazadas de Fernando Galera y Vilma Vega, quienes deleitaron con un tango bien al piso, primero, y con una milonga en clave cómica, después.
      Como suele pasar con los artistas más creativos, Koki y Pajarín Saavedra son originales hasta para los saludos, intercalados en una deliciosa chacarera grupal.
      Además de los Saavedra y Marcolongo, integraron el elenco de anoche Leticia Arabia, Romina Castillo, Victoria Cuesta, Vilma Gutiérrez, Bárbara Ibarra, Lucía Pochat, Juan Carlos Ojeda, Javier Santa Cruz, Marcos Soria, Santiago Azzati, Rafael Cabello y Javier Franichevich.

Carlos Bevilacqua

Recuadro
Historias con aplausos

      Koki y Pajarín Saavedra se iniciaron acompañando en los escenarios a su padre Carlos. A principios de los ’70 aceptaron una invitación de su tío Juan (también bailarín profesional) para radicarse en Europa. Allí profundizaron sus formaciones tomando clases de danza contemporánea y flamenco, entre otras disciplinas, al tiempo que actuaban con artistas de prestigio internacional. La mayor parte del tiempo residieron en Francia y España, aunque actuaron en buena parte del mundo. Se presentaban en ese entonces como “Los Indianos”, muchas veces como un número artístico más en espectáculos ajenos. En 1988 comienzan una nueva historia como Koki y Pajarín Saavedra, ya con la idea de montar sus propios shows. Es así como al poco tiempo, junto con los músicos “Minino” Garay, Ricardo Moyano y Gustavo Beytelmann, empiezan a hacer públicas las composiciones musicales que venían creando entre los dos. Actuaron con Mercedes Sosa, Jairo, Miguel Ángel Zotto y Dino Saluzzi, entre otras figuras.
      Recién en 1993 volvieron a la Argentina para quedarse, también inducidos por una oferta laboral, esta vez de “Peteco” Carabajal, un amigo de la infancia de ambos. Los Saavedra fundaron entonces la compañía Nuevo Arte Nativo, con la que crearon espectáculos de relieve como En pie de danza (2003), Entresueños (2005), Inca pie (2006) y el reseñado A raíz del baile, estrenado en septiembre del año pasado en el Teatro ND Ateneo.
C. B.

En la foto: Pajarín (arriba) y Koki (debajo). Imagen tomada por Alicia Sanguinetti.

Publicado el 12-2-2010.