Se supone que el mambo fue creado en 1938 en Cuba por el contrabajista y director musical Orestes López, más conocido como “Cachao”, combinando elementos del danzón con una danza fuertemente sincopada llamada “diablo”. Al menos así lo remite el musicólogo Sergio Pujol en su libro Historia del baile.
Como danza, el mambo requiere una gran fuerza muscular y mucha velocidad de pies. Como otras danzas caribeñas, se caracteriza por un sensual manejo de las caderas y una marcada disociación entre los movimientos del torso y las piernas. Como no es fácil de bailar, las orquestas de mambo contrataban bailarines profesionales para que las acompañen en sus actuaciones como un número de color.
El baile se monta principalmente sobre la percusión del mambo, que junto con la sección de vientos constituyen los dos pilares del mambo como música. Muchos de los mambos son sólo instrumentales, no tienen letra. Los que tienen letra, en muchos casos son auto-referenciales.
Nosotros vamos a tener este primer acercamiento al mambo a través de grabaciones de Dámaso Pérez Prado, considerado “el rey del mambo”. Él fue quien más popularidad le imprimió al género. A través de sus arreglos le aportó al mambo una nueva sonoridad, producto de la fusión de los instrumentos de viento del jazz sobre algunos ritmos tradicionales afro-cubanos. Uno de los rasgos que más sorprenden de Pérez Prado son unas frases muy estentóreas, que son como golpes de volumen, por la conjunción de varios instrumentos de viento y la percusión al unísono.
Pérez Prado nació en Matanzas (Cuba) en 1916. Fue un talentoso pianista, compositor y arreglador. Trabajó en diversas orquestas de La Habana en los años ‘40. Durante un corto período fue pianista de la Sonora Matancera y de la Orquesta Casino de la Playa. A fines de los años ‘40 se mudó a la ciudad de México, donde creó su propio grupo musical. Allí fue contratado por la compañía RCA Víctor y en 1980 adquirió la nacionalidad mexicana. En total grabó decenas de LPs.
Algunas curiosidades:
– Su Mambo nº 5, compuesto en 1949, se hizo famoso medio siglo después gracias a una versión pop grabada por el cantante Lou Bega y que fue ampliamente difundida por los medios masivos de decenas de países.
– Pérez Prado actuó una vez en Buenos Aires. Fue con mucho éxito, en el Teatro Alvear en 1952.
– Pérez Prado grabó muchas veces, y con diferentes arreglos, su tema Patricia. Una de esas versiones fue incluida, acaso por sus connotaciones hedonistas, en el film La dolce vita, de Federico Fellini.
– Entre nosotros, y hoy en día, un mambo es una obsesión, una confusión, una locura o un problema. También puede querer decir “estado de aturdimiento producido por la droga”. “Curtir un mambo” es dedicarse a algo y “pasarse o irse de mambo” es excederse, exagerar. En su Diccionario etimológico del lunfardo, Oscar Conde, afirma que esas acepciones provienen del cubanismo que designa al género musical descripto.
Cómo llegó el mambo música a describir esos estados mentales es un enigma. Si alguien quisiera investigarlo, bien podría empezar por escuchar a Pérez Prado, como vamos a hacer nosotros a continuación.
Al compás del mambo
Mambo jambo
Mambo nº 5
Libreto del programa n° 7 de Melografías, emitido el 9-8-2011 por Radio Semilla, FM 106,7 MHz de la ciudad de Buenos Aires.