Él es oriundo de Resistencia (Chaco) pero hace un año y medio que vive y trabaja en Buenos Aires como bailarín de tango. Ella nació en Quito (Ecuador), pero creció más en Buenos Aires que en cualquier otro lugar y también se dedica profesionalmente al tango. Con apenas 21 y 22 años de edad, respectivamente, Max Van De Voorde y Solange Acosta son los nuevos reyes del tango escenario, luego de la final celebrada anoche en el estadio Luna Park como cierre del 9º Campeonato Mundial de la especialidad que organiza el gobierno porteño. La pareja ganadora se alzó con el premio oficial de $30.000, a los que se suman un contrato para actuar durante dos meses en Japón (donado por la asociación japonesa Min-on) y una invitación para actuar en París, el fin de semana próximo (convite de la aerolínea Air France).
“Es un sueño”, sintetizó ella ante las previsibles inquisitorias periodísticas del tipo de “¿qué se siente?”. A continuación, contaron que Max empezó a bailar tango a los 11 años, en la escuela primaria de su ciudad natal, y que Solange dio sus primeros pasos abrazada a los 15, siguiendo los insistentes consejos de su abuela. Si bien hace sólo un año y tres meses que bailan juntos, no sólo consiguieron el máximo título del tango a nivel internacional, sino que también trabajan juntos en la casa de cena-show Gala Tango, del barrio porteño de San Telmo.
La preparación de los ganadores estuvo a cargo de Germán Cornejo, campeón mundial de tango escenario 2005. “Fueron muchas horas de ensayo, muchas discusiones, algunos moretones y varios kilos menos…”, resumió Solange al referirse a un período de “rutinas extrañas”, porque ensayaban en diferentes horarios: a veces de tarde, a veces de madrugada, aprovechando los ratos libres que dejaban las obligaciones laborales.
Como muchos de los últimos campeones, fueron reacios a mencionar docentes que los hayan marcado particularmente. Ella opinó: “En el tango uno se forma solo”, a lo que él acotó: “Hay que ser como una esponja, para ir absorbiendo de acá y de allá todo lo que a uno le parezca bueno”. Sin embargo, él sí fue enfático al reconocer cuánto lo formó Wálter Cocheret en la capital chaqueña.
Consultados sobre los motivos que los llevaron a participar del Mundial, ella explicó: “Me parece que para cualquier bailarín de tango, competir en el Mundial es una meta interesante. Pero además lo tomamos como una excusa para esforzarnos. Y la verdad que también es una experiencia muy linda la de vivir una semana con tanto tango alrededor”.
Max y Solange ya habían recibido uno de los dos mejores promedios en las semifinales de Tango Escenario y habían sido los mejor calificados entre las 40 parejas que participaron de las Rondas Clasificatorias de Tango Salón, categoría en la que también compitieron, accediendo incluso hasta la final.
En la pista se vieron los pingos
En la competencia de anoche, Van De Voorde y Acosta se impusieron a las otras 19 parejas participantes. Lo hicieron con una performance muy sólida, basada en una notable técnica y una grata musicalidad sobre coreografías más bien clásicas. Eligieron bailar Zum (el tango de Ástor Piazzolla) en una versión de la orquesta de Gala Tango, aprovechando el trabajo previo que ya venían realizando con esa pieza en el local nocturno.
El segundo puesto quedó para Cristian Correa y Manuela Rossi (representantes de la Ciudad de Buenos Aires); el tercero para Alejandro Burguer y Yésica Lozano Elías (de la localidad bonaerense de Lanús); el cuarto para Hugo Mastrolorenzo y Agustina Vignau (de Los Polvorines, también en el Gran Buenos Aires); y el quinto puesto fue para los venezolanos John Erban y Clarissa Sánchez, quienes la noche anterior habían conseguido el subcampeonato en la categoría salón.
Aunque fuera del podio, merecen también una mención los desempeños de Guido Palacios y Florencia Zárate Castilla (representantes de la localidad bonaerense de Ramos Mejía que se lucieron con una alta calidad de movimientos) y, sobre todo, los trabajos de los paraguayos Armando Benítez y Seudy Villasanti (originales intérpretes de Mi amigo cholo con formas románticas, musicales, gráciles y fluidas) y los de Diego Benítez y Rocío Vargas (campeones de la zona Oeste del Gran Buenos Aires que innovaron con una coreografía de tono picaresco sobre los acordes de A chance, por Los Solistas de Juan D’Arienzo).
El jurado estuvo compuesto por los bailarines Juan Carlos Copes, Ana María Stekelman, Claudio González, Gabriel Ortega, “Junior” Cervila, Nélida Rodríguez y Aurora Lúbiz.
Para matizar la tensa espera
Entre las exhibiciones de baile y la ceremonia de premiación, la producción artística del Mundial dispuso una serie de números artísticos para amenizar la espera del fallo.
En primer término, el eximio violinista Pablo Agri (hijo de Antonio, prócer de ese instrumento) interpretó con su cuarteto el tango SP de nada. Inmediatamente después, Agri permaneció sobre el escenario, pero los demás músicos del cuarteto dejaron lugar al guitarrista Leonardo Sánchez. Así conformaron el acompañamiento instrumental de Jairo, convocado para interpretar un mini-set de canciones características del repertorio de Carlos Gardel. El cordobés conmovió a todo el estadio con hermosas versiones de Cuesta Abajo, Golondrinas y Malevaje.
El bloque se cerró con tres cuadros de la compañía de danza Tangokinesis, generosos en su habitual lenguaje de fusión entre danza contemporánea y tango. En varios pasajes, el elenco dirigido por Ana María Stekelman desplegó movimientos típicos de la danza típica porteña, pero exagerados, como en trazos gruesos que derivaron en una especie de caricatura. Un diseño coreográfico que reservó en el segundo cuadro un tramo de lucimiento solista para Pedro Calveyra, bailarín decano de Tangokinesis.
Carlos Bevilacqua
Imagen: Van De Voorde y Acosta en uno de los pasajes de la exhibición con la que se consagraron. Foto gentileza Gobierno de la Ciudad.
Publicado el 31-8-2011.