La fusión


      Acaso por la velocidad con que hoy en día circula la información a través de internet, acaso por el carácter inquieto de la mayoría de los artistas, acaso por las múltiples influencias a las que están expuestos en sus entornos, la fusión es un signo de esta época. Son relativamente pocos los artistas que cultivan un solo género musical de manera dogmática. La mayoría intenta algún tipo de experimentación con instrumentos, ritmos, armonías y técnicas de diferentes géneros, en lo que se conoce como “fusión”.
      En líneas generales, el público joven parece más abierto a las fusiones que los mayores, tal vez por haberse criado en una época en la que las fusiones ya eran moneda corriente.
      Pero ¿qué es la fusión musical? Como en otros ámbitos, la palabra alude a la unión o combinación de formas musicales que, en el mejor de los casos, da por resultado algo novedoso, diferente a lo conocido hasta ese momento. Ejemplos de la música popular contemporánea: el tango es producto de la reelaboración de elementos de la habanera, el tango andaluz, la milonga campera y, según varios autores, de algunos ritmos africanos. En los géneros folclóricos del interior, se pueden encontrar rasgos de músicas europeas y aborígenes. La bossa nova surgió a partir de ritmos tradicionales brasileños proyectados gracias a recursos típicos del jazz. Algo parecido ocurrió con el son cubano devenido en lo que hoy conocemos como salsa.
      Y así como casi todas las músicas populares de América Latina tienen componentes afro en sus orígenes, también hay géneros más proclives a la fusión, como si fuesen músicas más sociables que otras, tal como pasa con las personas durante una reunión. El jazz, por ejemplo, es centrípeto: tiende a incorporar todo aquello con lo que toma contacto. Basta estudiar su historia a lo largo de más de un siglo para notar cuántos estilos diferentes fue pariendo según las influencias de cada período.
      Bien vista, toda la música es de fusión, en tanto todos los géneros son producto de una fusión, de una combinación de elementos de músicas preexistentes. En todo caso, esa fusión se puede haber producido hace mucho y haberse cristalizado en unas determinadas fórmulas que constituyen lo que hoy llamamos un género. Pero la pureza musical no existe, es una fantasía absurda y hasta desaconsejable.
      Bien vistos, los géneros musicales son también ficciones, o al menos categorías tan subjetivas que tienen mucho de caprichoso. ¿Cuántos discos podrían estar en más de una batea de las disquerías? ¿Con qué criterio los empleados de esas disquerías deciden dónde ubicarlos? Como dice Joaquín Sabina en una de sus canciones, “la vida no es un bloc cuadriculado, sino una serpentina en movimiento”.
      Es un tema que da para largo. Para otras ediciones quedarán interrogantes como el siguiente: ¿Por qué algunas fusiones suenan más acabadas, más consistentes que otras, que parecen pegadas con cinta scotch?
      Sin proponernos, por ahora, desentrañarlo, vamos a escuchar algunas fusiones que consideramos bastante redondas:

Antiguas luciérnagas (de Gustavo Mozzi por el propio Gustavo Mozzi al frente de un numeroso ensamble instrumental). Una pieza en la que se pueden percibir elementos de la murga y el tango.
El cosechero (de Ramón Ayala) por Tonolec, en una versión moderna, un tratamiento electrónico de un clásico del chamamé.
Djobí Djobá (Gipsy Kings - Los Reyes) por Los Gipsy Kings, donde se funden rasgos del flamenco y del pop en una canción muy reconocible, probablemente de alguna fiesta bailable. 


En la imagen, Gustavo Mozzi.

Libreto del programa n° 6 de Melografías, emitido el 2-8-2011 por Radio Semilla, FM 106,7 MHz de la ciudad de Buenos Aires.