Narcotango
El cruce de la música electrónica con los ritmos nativos es una constante en todo el planeta. El tango no estuvo indemne a ese fenómeno. ¿Por qué habría de estarlo si es una música que se caracterizó, como el jazz, por nutrirse de lo que fue surgiendo a su alrededor? Y, como tantas otras músicas nativas, pero tal vez de una manera más explícita, surgió de una mixtura, de un encuentro de culturas, como el que se dio a fines del siglo XIX en el Río de la Plata con la confluencia de europeos, africanos y criollos. Era previsible, además, que la electrónica tuviese rápido anclaje en el tango porque Buenos Aires siempre fue, y lo sigue siendo, una ciudad muy atenta a las novedades que llegan del exterior.
Con el trío franco-suizo-argentino Gotan Project como pioneros, el tango electrónico fue ganando espacio en las bateas a través de algunos referentes nacionales, como Bajofondo Tango Club, el proyecto de Gustavo Santaolalla y otros grupos más o menos meritorios. Uno de los menos conocidos de esos nuevos grupos de fusión es para nosotros uno de los más interesantes. Hablamos de Narcotango, una iniciativa de Carlos Libedinsky, guitarrista, ahora también bandoneonista y director musical argentino.
El primer disco de lo que después fue Narcotango en realidad llevaba ese nombre como CD, porque el intérprete figuraba todavía como Carlos Libedinsky. El disco fue editado en 2003 por Tademus, el sello de la escuela de música que Libedinsky tiene en el barrio porteño de Belgrano.
En este primer disco, Narcotango tiene la virtud de usar los recursos de la música electrónica manteniendo la esencia del tango, esto es su sabor, sus timbres y, sobre todo, un peso específico de las melodías que la música electrónica muchas veces diluye en medio de sus poderosas bases rítmicas. En el CD que estamos comentando suenan samplers y loops programados por Carlos, pero también un bandoneón (el de Patricio Bonfiglio, en primer plano), un violín (el de Federico Terranova), una guitarra (también a cargo de Libedinsky), un contrabajo (el de Luciano Dyzenchauz), una batería y percusión (a cargo de Fernando del Castillo) y un piano (en un tema, a cargo de Sebastián Monk). Digo esto para que se entienda que la incidencia de la electrónica es fuerte pero no excesiva. En definitiva, el balance es equilibrado.
¿Cómo suenan esos instrumentos? Ya lo vamos a ir escuchando juntos a continuación. Como es habitual en el tango electrónico, los bits aparecen armando sobre todo estructuras rítmicas, pero también hay algunos sonidos artificiales que aportan juegos melódicos. ¿En función de qué suenan esos instrumentos? En función de un repertorio en su mayoría compuesto por obras propias de Libedinsky. Eso no deja de ser un mérito en el círculo del tango, que tiene la mayor parte de su discografía integrada por obras compuestas hace más de 50 años.
Vi luz y subí
Un paso más allá
Mi Buenos Aires queri… (basado en la canción de Gardel y Le Pera)
En la imagen, portada del primer CD de Narcotango.
Libreto del programa n° 18 de Melografías, emitido el 25-10-2011 por Radio Semilla, FM 106,7 MHz de la ciudad de Buenos Aires.