Entre la sugerencia y lo insondable, arrancó anoche una nueva edición de Ciudanza, el programa del gobierno porteño que busca vincular la danza con los paisajes urbanos. Las cinco intervenciones descriptas en esta crónica volverán a realizarse esta noche en Barrancas de Belgrano.
Todo es cultural, dicen. Nuestra competencia para apreciar determinados fenómenos artísticos depende –según esa visión– de nuestra experiencia previa. Sin embargo, hay algunas expresiones que generan un rápido efecto de complicidad en grandes mayorías. No necesariamente son vulgares, conocidas o simples, pero sí son “fáciles”, entendida esta última cualidad más como una virtud que como un defecto. ¿Es sólo porque ya conocemos sus lenguajes? Por el contrario, hay otras formas a primera vista difíciles, enmarañadas, llenas de citas y apelaciones a lenguajes elitistas. Ahí está, por ejemplo, el caso de la llamada danza contemporánea o, por injusta extensión, danza. Ahora bien, ¿esa dificultad que experimenta el neófito ante las obras es inherente a la disciplina? ¿Cuánto de vocación críptica hay en sus cultores? ¿A los coreógrafos y bailarines les gustaría llegar a más público?
La reflexión viene a cuento de la desconcertante apertura que tuvo anoche la quinta edición de Ciudanza, un programa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que busca generar, por medio de la danza, “acciones creadoras de valor en el patrimonio paisajístico y arquitectónico”, así como “acercar la danza al público, impulsar la creatividad de los coreógrafos y brindar nuevas experiencias a los intérpretes”. Al menos anoche, el efecto más común en Barrancas de Belgrano fue el de la perplejidad, incluso entre muchos de los estudiantes de danza que componían el público.
El programa se inició con El suicidio de Madame B., una puesta más teatral que coreográfica de la Compañía del Centro Cultural Rojas basada en Madame Bovary, la novela de Gustave Flaubert. Con escasos elementos escenográficos y la barranca del parque como una metáfora del oscuro destino de la protagonista, las únicas dos intérpretes (Silvina Grinberg y Vicky Carzoglio) recrearon diferentes episodios del libro en compañía del violinista Diego Demarchi. Cuesta imaginar cuánto pueden haber apreciado quienes no hayan leído el libro.
En ese mismo sector del parque, ubicado entre las calles Sucre y Echeverría, se presentó a continuación Afecto, una performance de Fabiana Capriotti y Gabriel Greca referida a las implicancias del cariño, en tanto como uno afecta y es afectado durante una relación. Ellos dos solos, sin mediación de músico o elemento alguno, redondearon un breve juego de interacción desarrollado en términos de la danza contemporánea, con energías que más sugerían un vínculo de hermandad o amistad que de pareja. Las acciones fueron musicalizadas en vivo por la guitarra eléctrica de Martín Dalesson.
Una vez que el personal de seguridad hubo conducido al público a través de Sucre hacia la plaza más austral del parque, sobre la explanada de baranda estilo francés se presentó luego el resultado de uno de los tres talleres de 15 días que Ciudanza ofreció este año. En este caso dirigidos por Pablo Rotemberg, unas dos decenas de bailarines profesionales y estudiantes avanzados armaron un cuadro de gran destreza física y coordinación que aludió a la ambigüedad sexual y no dejó de tener un segmento de fuerte carga erótica al estilo de La idea fija, la renombrada obra de Rottemberg, a punto de ser reestrenada en una sala porteña.
Ya en otro sector de esa misma plaza, sobre la calle La Pampa, los bailarines Julieta Alicata, Lucas Cánepa, Emiliano Formia, Gabriela Goldman, Manuela Piqué, Marina Quesada y el músico Axel Krygier (en la foto con una trompeta) usaron una pronunciada pendiente del terreno para representar la confusión de Una fauna, tal como denominaron Quesada y Krygier (ideólogos de la pieza) a un grupo de seres sobre-estimulados por la noche y el ruido. El apuro, las caídas, el miedo y la ansiedad que transmitían los personajes armaban un mundo con mucho de urbano que sobre el final deriva en una sugerente incursión de todos los intérpretes por la rama de un árbol apenas iluminado.
Allí mismo, pero derivando pronto hacia un sector más llano de la plaza, cerró la jornada Invisible, una puesta de la Compañía de Danza del IUNA que dirige Roxana Grinstein. Vestidos en diferentes tonos de verde, los 15 intérpretes cumplieron con una serie de movimientos de estética gregaria por los cuales fueron avanzando barranca arriba hasta acceder al tronco de un árbol e incluso treparlo parcialmente. Coreografías de Gustavo Lesgart que funcionaron como originales metáforas del trabajo en equipo. Este trabajo, igual que el anterior fueron los que más se vincularon con el paisaje, de acuerdo la consigna del festival.
El programa descripto se repetirá hoy, a partir de las 20, en Barrancas de Belgrano, Sucre y Virrey Vértiz, con entrada gratuita.
La programación completa de Ciudanza, que se extenderá hasta el domingo en los parques Lezama y Chacabuco, está disponible en www.ciudanza.gob.ar. Cabe consignar que los diez trabajos que forman parte de esta edición fueron seleccionados por la prestigiosa coréografa Brenda Angiel (especialista en danza aérea) y curados por Silvia Giusto.
Carlos Bevilacqua
En la imagen, dos de los protagonistas de Una fauna, en acción. Foto del Facebook oficial de Ciudanza.
Publicado el 30-3-2012.