Cantemos en el Bosque


El 4º Festival Internacional de Folklore de Buenos Aires (FIFBA) arrancó ayer con una programación fuerte, tan ecléctica y atractiva como la de 2011. Sobre distintos escenarios, desplejaron su música Lorena Astudillo, Raly Barrionuevo, La Yegrós, Bruno Arias y Tomás Lipán entre otros. Un cierre a puro agite con Arbolito coronó una jornada que antes había tenido un carnaval boliviano a escala como apertura oficial del encuentro.

      Es un festival diferente. En principio, por el hermoso entorno natural en el que se desarrolla: una buena porción del enorme Bosque platense. En no más de 300 metros están el señorial anfiteatro del parque y los cuatro escenarios de diferentes tamaños montados para la ocasión. Organizado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, el Festival Internacional de Folklore de Buenos Aires se distingue desde lo estrictamente musical por un eclecticismo infrecuente (conviven desde expresiones bien tradicionales a las fusiones más audaces) con el condimento extra de interesantes artistas de países hermanos. No hay aquí animadores gritones ni de esos que se extienden demasiado en datos biográficos. Por último, impera una energía al mismo tiempo festiva y relajada gracias a un público mayoritariamente joven que puede disfrutar de artistas de primer nivel, de forma gratuita. Gente que además circula con mucha libertad, porque –excepto en el anfiteatro– no hay butacas donde sentarse y, como después del atardecer los shows se enciman, es posible dejar uno para atender otro.
      En la primera jornada de la edición 2012 del FIFBA, celebrada ayer, hubo un poco de todo. Tras un arranque con el canto surero del cantautor Facundo Picone, el Escenario Alternativo albergó la voz de Lorena Astudillo, seductora intérprete de repertorio propio y ajeno, de corte tradicional, con un acompañamiento instrumental módico, hecho de piano y percusión.
      Casi inmediatamente después, a pocos metros, el llamado Fogón (un espacio reducido, ambientado con fardos de alfalfa en torno a un escenario bajo, para propiciar el encuentro con la gente) se vio revolucionado por la aparición de Raly Barrionuevo, uno de los artistas más populares del folklore contemporáneo. En una sintonía sosegada, que por momentos resultó algo monótona, transcurrió la primera parte de su set. Con un gato de su autoría sobre la Telesita y la incorporación de un percusionista y un bombista, logró imprimirle otro ritmo a lo suyo. Con todo, lo mejor llegó cuando, ante un breve corte de electricidad, siguió cantando a oscuras y sin amplificación alguna con la complicidad del público que lo rodeaba, en su mayoría sentado sobre el pasto. 
      El segmento fue también vidriera para el reclamo de los alumnos de la Escuela de Danzas Tradicionales de La Plata, quienes denunciaron que,ante problemas edilicios de la institución, las autoridades bonaerenses de Educación decidieron suspender las carreras hasta nuevo aviso.

Carnaval boliviano en La Plata

      La acción se trasladó luego a la calle que atraviesa serpenteante ese sector del Bosque. A la altura de la esquina donde se concentran los artesanos y puestos de comida, un grupo de músicos y bailarines de la colectividad aymara arrancaron un desfile artístico que culminó en el escenario del anfiteatro. El colorido de los trajes, que en muchos casos incluían sombreros, compitió con las danzas típicas del Altiplano y con los cantos que los mismos bailarines iban pronunciando. En rigor, fueron varias las agrupaciones de cultura boliviana que primero participaron del desfile y luego actuaron sobre el escenario del anfiteatro. Volcaron allí su arte las fraternidades Tustas wistus y Tinkus wistus, la banda de vientos Central Acuario, los ballets Raíces y Amerindia y las delegaciones argentinas de Los Aymaras y de Huaicané, casi todos artistas de origen boliviano radicados en la Argentina.
      Sobre el escenario, fueron precedidos por el Cuerpo de Danzas de Quilmes, responsables de una puesta alusiva al sol (elemento central de la cosmovisión incaica) y por una reproducción del ritual de la Pachamama, protagonizado por las Hermanas Cari, asistidas por Tomás Lipán. El dúo de copleras fue medianamente pedagógico al resumir el rito anual de agosto, pero brilló cuando –caja en mano– cantó versos puneños que en su acidez no perdonaron ni al público que las atendía en silencio. Con esos números artísticos se cumplió la ceremonia de apertura del FIFBA, rubricada por efímeras alocuciones de dos funcionarios de turno: el presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Juan Carlos D’Amico y el intendente de La Plata, Pablo Bruera.
       Antes de que esa apertura terminase, sobre el Escenario Alternativo ya estaba despelegando toda su sensualidad La Yegrós, una cantante mulata de esas que además de cantar saben ponerse al público en un bolsillo bailando y arengando. Lo suyo es el cruce de ritmos electrónicos, particularmente en clave de hip hop, con otros folklóricos del litoral argentino. Sobre esa música bailable, que puede llegar a ser hipnótica, se expresa en letras propias, algo previsibles pero efectivas. Ayer tocó acompañada por un grupo de programaciones y guitarras, por momentos reforzado con Alejandro Franov en acordeón.

Vista panorámica de los Andes

      El festival entró a su segmento más caliente cuando la acción se traslado al escenario principal, bautizado Panorama. Allí, con bastante retraso respecto de la hora programada, encendió la mecha del fervor popular el jujeño Bruno Arias, cabeza visible del Bondi Cultural, una cooperativa de cantautores emergentes de diferentes regiones del país. Guitarra en mano, el changuito volador volvió a despertar la conciencia de todos con sus letras testimoniales, acompañado en algunos tramos por el Grupo de Sikuris Intercontinentales y en otros por Raly Barrionuevo, siempre desde una instrumentación desprejuiciada y cambiante.
      Su comprovinciano Tomás Lipán vino después a restablecer el sonido tradicional del noroeste con vidalas, carnavalitos, bailecitos y una zamba rápida que armó los primeros círculos de bailarines entre el público. Sobre el escenario también él tuvo su propio número coreográfico gracias a una pareja de profesionales. Dividiéndose entre el canto, su guitarra y un siku, Lipán sonó acompañado por un grupo reducido, responsable de otra guitarra, otro siku, un charango y un bombo.
      Varios más fueron los integrantes de Los Mirlos, el grupo peruano que actuó a continuación, para delirio de la multitud. Vestidos con un uniforme de camisas símil leopardo y pantalones y chalecos verdes, los siete músicos liderados por Jorge Rodríguez Grandes consiguieron que bailaran hasta los añosos eucaliptos que rodean el claro del parque elegido como auditorio. ¿Cómo? A través de una poderosa dosis de cumbia tradicional, “amazónica”, tal como la definen ellos. Una marca registrada hace ya 38 años y que supo tener su cuarto de hora de popularidad en la Argentina.
      El ambiente había quedado a punto para recibir el agite de Arbolito, el grupo de multiinstrumentistas egresados de la Escuela de Música Popular de Avellaneda que tiene la virtud de conjugar los ritmos andinos con los recursos más poderosos del rock. Como el año pasado, consiguieron mostrar sus talentos en connivencia con un público fiel, de esos que saben hacerse oír mientras saltan y bailan. Esta vez acompañados por la percusión de La Chilinga en una versión reducida, el quinteto arrancó con una versión propia, telúrica, de El pibe de los astilleros, el tema de Los Redonditos de Ricota, como guiñándole un ojo al público local. Lamentablemente, La Chilinga no volvería a tener protanismo, excepto en algunos otros pasajes. Lo que siguió, no por previsible, fue menos gozoso: varios clásicos del repertorio que el grupo viene imponiendo en los últimos diez años. “Pero diciembre existió” volvieron a cantar, con Agustín Ronconi a la cabeza, en un fragmento de La costumbre, esa canción que alude las manifestaciones de fines de 2001 con cuyo espíritu libertario y crítico tanto se identificaron los Arbolito desde entonces. Antes de despedirse con la emotiva Si me voy antes que vos, confirmarían a través de las animaciones de unas vacas bailarinas que fueron los que mejor usaron la pantalla de video que tiene el escenario Panorama.
      Eran ya casi las dos de la madrugada. Los oídos estaban llenos de maravillosa música, de esa que producen los profesionales y de esa otra con que acompañan las multitudes.

Carlos Bevilacqua

En la imagen, La Yegrós durante el show de ayer. Foto gentileza FIFBA.
Nota: el FIFBA continúa hoy y mañana. La programación completa está disponible en http://fifba.com/?page_id=1115

Publicado el 14-4-2012.