Al menos en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, la producción de música popular es vastísima. Los mejores ejemplos de esa riqueza son el tango y el folcore; si en algún momento, ante la escasez de nuevos intérpretes, se temió por el futuro de los géneros autóctonos, hoy el desafío es lograr que todos consigan atención. La mayoría de los solistas y grupos emergentes pelean por una misma porción de público, que no creció tanto como el número de nuevas voces. Y los medios, con una determinada capacidad de difusión, no siempre pueden (a veces tampoco quieren) abrir el juego a los nombres menos conocidos.
Entre los muchos artistas que hoy en día circulan esforzadamente con su arte a cuestas, se dibujan algunos perfiles recurrentes, como el que reúne las siguientes características. A saber: el cultivo de ritmos vernáculos orientados hacia un lenguaje original, abierto a influencias diversas; letras poéticas pero de mensajes claros, sean reflexivos, narrativos o meramente descriptivos; la interpretación de obra propia, integrantes de formación académica volcados con pasión e idoneidad a la música de raíz, una instrumentación muy variable (al menos en los discos), la percusión más o menos sutil como una marca de identidad, una mayoría de canciones que admite algunos temas instrumentales y la inclusión del candombe –de común asociado más al Uruguay– como un género más del acervo folclórico regional y un camino independiente de las grandes compañías discográficas. En ese sentido, para muestras bastan tres discos editados en 2011 que cumplen con esos rasgos, además de tener sus particularidades.


Ya con bastante más rodaje sobre los escenarios, la cantante Clori Gatti y el músico Pablo Zapata conforman un dúo que en su segundo disco confirma un perfil definidamente tanguero. En Eran dos, parecían más (editado por RGS Music) los ritmos, las inflexiones de la voz y los estilos poéticos son los de la música ciudadana, más allá de que abunden las innovaciones en un repertorio, otra vez, totalmente compuesto por los intérpretes. Entre las sorpresas que depara el CD, asoman una guitarra aflamencada en La milonga de los vecinos (a su vez de inesperado final), una murga instrumental de contagioso latir y un bolero aporteñado, en buena medida gracias al timbre del bandoneón. Es verdad que hay menos experimentos estilísticos que en los casos anteriores, pero en compensación se puede disfrutar de una mayor madurez, tanto en la lírica como en la interpretación vocal de Gatti, cuyo estilo suena consolidado. Además de Zapata (guitarra, bandoneón y arreglos), intervienen Mariana Gaitán (violín), Fernando Botti (contabajo y bajo eléctrico) y Hugo Bochard (percusión).
Carlos Bevilacqua
Publicado el 30-9-2012.