El trío que conforman los misioneros Juan y Marcos Núñez junto al cordobés “Chacho” Ruiz Guiñazú aporta, desde 2007, una inspirada lectura de la música típica del Litoral. Charlamos con ellos sobre sus comienzos, la índole de lo que hacen y su anclaje en la tradición regional.
¿Cómo será Campo Viera,
pueblito perdido en el centro geográfico de Misiones? Para acercarnos todavía más al punto de ebullición deberíamos preguntarnos cómo era hace 30 años, cuando
Juan y Marcos Núñez abrían sus ojos asombrados al rojo de la tierra, al verde
de la vegetación, al azul del cielo. En esa atmósfera, de común húmeda y calurosa, también había música. No de fondo o mediatizada,
sino viva y directa gracias al papá y los tíos, todos musiqueros
de esos que saben animar bailes y fiestas patronales. "Fue con ellos que
aprendimos y fue con ellos que empezamos a tocar. Nuestro debut profesional fue
en 1992, durante la Fiesta de los Inmigrantes en Oberá", evoca Juan (34).
"A los 16 o 17 nos fuimos a estudiar la escuela de SADAIC en Posadas, como
para pulir lo que traíamos, pero en esencia la nuestra es una música de
transmisión oral", aporta Marcos (31). Juan retoma el relato sintético de la
formación: "Después tuvimos la posibilidad de compartir escenario mucho
tiempo con Julio Lorman, discípulo de Isaco Abitbol. Con él aprendimos mucho
del chamamé. Lo mismo que escuchando a los grandes maestros".
Luego de un período como
integrantes de la banda del Chango Spasiuk, los Núñez armaron su propio grupo
instrumental junto a Chacho Ruiz Guiñazú, un percusionista cordobés que a pesar
de ser bastante mayor tiene el tino de aportar una base rítmica original sin
eclipsar el protagonismo de los hermanos. Encantadores, los resultados pueden
disfrutarse en los discos Tierra de agua
y Chamamé, o en las frecuentes presentaciones que realizan tanto en la
zona de Posadas (donde residen los Núñez), como en el área metropolitana. De
éstas resultan especialmente atractivas las que se dan en el marco del
llamado Club Atlético Litoral (CAL), ciclo en el que el trío recibe a otros
artistas de la región.
La fisonomía del pueblito misionero se va
delineando a medida que uno se deja llevar por los entramados sonoros que tejen
el bandoneón de Juan y la guitarra de Marcos. Los colores, los matices de la
luz solar, los aromas de la tierra tienen su correlato en el sabroso virtuosismo de los
hermanos, las ingeniosas sutilezas de Chacho y las incontables dinámicas que
construyen entre los tres.
Llevados a evaluar lo que hacen, los
Núñez se ubican como parte de una tradición mutante. "Pienso que en nuestra música está muy presente el legado de
los grandes referentes del chamamé y simultáneamente vamos aportando nuestra
mirada en cuanto a arreglos, formación y timbres", opina Juan. Es
Marcos quien arranca la enumeración de los nombres que más los marcaron: "En principio Isaco (Abitbol), Cocomarola y Montiel. Después
otros grupos posteriores como Los de Imaguaré y Reencuentro". Tras lo cual, Juan apunta: "Tampoco podemos dejar de nombrar a Ramón Ayala, Blas
Martínez Riera, Alcibíades Alarcón y Luis Ángel Monzón".
En lo tímbrico, el aporte más
original lo realiza Ruiz Guiñazú, quien arrancó su carrera en La Docta, como
baterista de los Músicos del Centro, allá por 1981. "Después
me fui a Brasil -cuenta- y ahí me conecté mucho con la percusión africana.
Volví con la sensación de que a la música argentina le faltaba eso, que
puede decir mucho si lo sabés manejar. La percusión es algo básico del ser
humano. En el devenir histórico de la música, primero fue la voz e inmediatamente después, la percusión". Con el cajón peruano como eje de un amplio set percusivo,
consigue atmósferas fácilmente asimilables al concierto que
a diario brinda la selva subtropical.
El ecosistema que el trío refleja
en su música no es sólo natural, sino también social y cultural. Es sabido que la
influencia que ejercen Paraguay y Brasil sobre la cultura misionera es muy fuerte.
"Es algo lógico al pensar que nuestra provincia está como encuñada entre esos
dos países –explica Juan–. De chicos escuchábamos
mucha música paraguaya y brasileña a través de la radio, por ejemplo. Uno a veces se vuelve nacionalista, pero creo que
hay que aceptarlo como parte de la realidad regional". Marcos, además de
coincidir, agrega que la influencia es mutua: "En el sur del Brasil y en Paraguay gustan
mucho del chamamé y la música argentina en general. Por
eso es más como un intercambio cultural". Cual juez imparcial, interviene Chacho para señalar:
"Fijate que unos y otros comparten la misma selva, el mismo clima, siembran y cosechan lo mismo. Hasta inventaron una lengua híbrida como el
'portuñol'. Son todos parte de una misma región. Es lo que yo veo
desde afuera".
En el repertorio de Los Núñez y Ruiz Guiñazú hay lugar para los autores históricos del chamamé, incluyendo algunos temas clásicos como La Calandria, así como para los escritos por los hermanos, que en el último disco del grupo constituyeron la mitad del material. Unos y otros suenan encantadoramente frescos gracias al particular tamiz estético del trío.
Carlos Bevilacqua
En la imagen, Ruiz Guiñazú, Marcos y Juan Núñez. Foto de Lula Bauer.
Publicado el 6-10-2012.