Aunque en los últimos años los porcentajes se equilibraron, siguen siendo más las mujeres que los hombres dedicados a cantar tango profesionalmente. Ya no se puede hablar de los caprichos de una serie de actrices devenidas tangueras de un día para el otro, o de una moda acicateada por algún interés económico. De hecho, si muchas de las cantantes de tango que ostentan evidentes méritos no trascienden más es por la limitada porción de mercado que implica el género.
Una de las novedades discográficas más interesantes que dejó esa tendencia en lo que va de 2012 es Tango de dos siglos, CD doble de María Estela Monti. La lograda edición, cuyas virtudes alcanzan al arte de tapa y al librillo informativo, se compone de un disco con once piezas escritas en el siglo XX y otro con once gestadas en el siglo en curso. En el primero la voz cálida, diáfana y afinada de Monti se luce en un clima intimista, con un piano como todo acompañamiento. En el segundo revela el talento de autores ignorados por el gran público en un contexto instrumental más amplio y cambiante. Es así como en el trabajo editado por Epsa conviven próceres del género como Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Carlos Gardel y Aníbal Troilo con valores contemporáneos como el compositor Eduardo Guerschberg y el letrista Raimundo Rosales, por nombrar sólo a los más interpretados. El repertorio es además pródigo en candombe, lo cual acerca gratos contrastes en cuanto a dinámicas y colores.
El sentido estético del pianista Nicolás Guerschberg fue un engranaje clave en la mecánica de estos dos discos, no sólo por haber aportado sus atinadas pulsaciones en todo el primer disco (y buena parte del segundo), sino también por haber sido el arreglador y director musical del 80 por ciento del material.
Otra de las cantantes que este año sumó alternativas a las bateas fue Malena Muyala, considerada por muchos medios como la cantante más atractiva que dio el Uruguay en cuanto a tango en las últimas décadas. Sin embargo, la suya no es una voz entera, sino más bien gutural, de esas que remiten a Amelita Baltar, por textura y a Adriana Varela, por registro.
Luego de animarse a intercalar temas propios con clásicos en su anterior disco, en Pebeta de mi barrio Malena prefirió basarse en “esas que sabemos todos”: Naranjo en flor, Madreselva, Garufa o Che papusa oí, de donde sale la frase que da título al CD editado por Los Años Luz. El repertorio escapa a la tradición del género apenas con Algo a tiempo (tema de la cantante), Adiós mi barrio (histórico candombe oriental) y, en cierto modo, con La calesita, un tango, si bien antiguo, poco frecuentado.
Al margen del peculiar estilo de Muyala, las innovaciones más llamativas llegan por el lado instrumental, gracias a algunos arreglos que experimentan con el ritmo. En ese plano fueron fundamentales los aportes del versátil tecladista Gustavo Montemurro y del guitarrista Fredy Pérez, quien además interviene como eficaz cantante en varios pasajes. Como es de esperar en una artista charrúa, la percusión está a la orden del día a lo largo de todo el trabajo, que se ve embellecido por la participación de Rubén Rada como artista invitado para cantar El día que me quieras a dúo con Malena.
El caso de Eliana Sosa es mucho más difícil de catalogar. En principio porque Sinergia tanguera es su álbum debut, algo natural para una cantante muy joven. Pero también porque lo suyo combina “mugre” con virtuosismo en dosis parejas y, lejos de detenerse en la delectación de las letras (tendencia tan en boga), sabe poner su voz como un instrumento más, acaso por conocer desde adentro la dinámica de las orquestas típicas, como ex cantante de La Vidú y actual de Misteriosa Buenos Aires. Por otro lado, si bien la mayor parte del repertorio que Eliana eligió para su primer trabajo es tradicional, no es el obvio de los éxitos seguros y hasta introduce piezas más recientes, como Sábanas vacías, de Juan Vattuone.
El grupo instrumental que la acompaña reúne a músicos también jóvenes pero experimentados en el paño: Ramiro Boero (en bandoneón), Lucas Furno (en violín), Juan Pablo Gallardo (en piano) y Pablo Motta (en bajo eléctrico, contrabajo y arreglos de la gran mayoría de los temas). En tanto, las guitarras de José y Juan Pablo Torelli suministran oportunos rasgueos y arrastres para que ella se luzca en tres de las pistas. De la interacción con todos ellos resulta todo un hallazgo la versión del vals Desde el alma hecha sólo de voz y contrabajo.
El tiempo dirá qué camino elige Eliana, o cuántas veces cambia de rumbo y por qué. Lo que se puede saber por ahora es que su primer CD, de edición independiente, se abre a varios destinos auspiciosos. Y después de todo, ¿qué necesidad hay de catalogar a los artistas?
Carlos Bevilacqua
Publicado el 11-11-2012.