La inspiración de Ariel Ramírez alcanzó una de sus formas más originales en la Misa criolla, actractiva musicalización de textos litúrgicos del catolicismo con ritmos folclóricos. Una lograda versión cantada por Juan Juncales y un coro dirigido por Damián Sánchez se ofrece hoy en el Centro Cultural Borges.
En el arte de tapa del LP puede leerse: “Esta Misa Criolla es una síntesis y una invitación. Abre los brazos al hombre para decirle: ‘Venga a la iglesia con todo lo que está en su carne y en su sangre, con su cultura y sus ritmos, con sus formas de expresión y su paisaje’. La Iglesia no quiere que en su templo se hable un lenguaje extraño”. Las palabras pertenecen al sacerdote católico Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea de crear una misa cantada sobre músicas folklóricas argentinas. Corría el año 1964 y, así como el llamado boom del folklore estaba en su ápice, para la iglesia católica eran tiempos del Concilio Vaticano II, que revisó algunos de los dogmas para acercarse más a la sociedad moderna.
Mayol fue uno de los encargados de seleccionar los textos ceremoniales, junto a sus colegas Gabriel Segade y Osvaldo Catena. Una vez consensuados los versos, la tarea de musicalizarlos correspondió a Ariel Ramírez, gestor de la idea original. Puesto frente al papel pentagramado, el talentoso pianista decidió armar cinco canciones basadas en diferentes ritmos folclóricos: Kyrie (vidala-baguala que funciona como honda plegaria de apertura), Gloria (carnavalito que busca expresar el júbilo de los fieles y por lejos el tema más conocido de la obra, con su estribillo que dice “Gloria a Dios / en las alturas y en la Tierra / pasan los hombres que ama el Señor”), Credo (chacarera trunca que oficia de profesión de fe), Sanctus (carnaval cochabambino en el que se celebra el carácter sagrado de dios) y Agnus Dei (estilo pampeano que cierra la homilía musical con un pedido de compasión ante el pecado).
Para honrar las dimensiones espirituales, simbólicas y sociales que semejante desafío implicaba, Ramírez optó por escribir para solistas, coro y orquesta. A la hora de materializar esas ideas en una grabación, quedaron seleccionados Los Fronterizos para poner sus cuatro voces a las letras que sonarían en primer plano, la Cantoría de la Basílica del Socorro (del barrio porteño de Recoleta) como coro y una orquesta de instrumentos típicos a cargo de destacados intérpretes. Entre éstos estaba el gran Jaime Torres en charango, Domingo Cura en los bombos legüeros y el propio Ramírez en clave, dadas las reminiscencias eclesiásticas que resuenan en su timbre.
El lado 2 del disco traía la Navidad nuestra, otra obra integral compuesta por una serie de canciones que cumplían con la misma consigna (músicas folclóricas con letras religiosas, pero esta vez focalizadas en el aniversario del nacimiento de Jesús y escritas ad hoc por el historiador Félix Luna). Allí estaban el chamamé La anunciación, la vidala catamarqueña El nacimiento y el takirari Los reyes magos, entre otros.
Los resultados tuvieron inmediato respaldo popular. Lanzado a la venta en noviembre de 1964, este vinilo confesional vendió 50.000 placas en apenas un mes, según cuenta Emilio Portorrico en su Diccionario enciclopédico de la música argentina de raíz folklórica.
La Misa criolla tuvo desde entonces muchas versiones, tanto en vivo como grabadas por intérpretes diversos, desde el tenor español José Carreras hasta nuestra Mercedes Sosa, pasando por Zamba Quipildor o la peruana Chabuca Granda.
Otra vez cerca de la Navidad, la obra de Ariel Ramírez vuelve a ser noticia. Este fin de semana sus mensajes de fe y esperanza serán interpretados en al menos tres puntos de la ciudad de Buenos Aires por diferentes artistas. Por un lado, Zamba Quipildor cantó anoche algunas canciones de la Misa criolla junto a la Navidad nuestra sobre un escenario montado por el Gobierno de la Ciudad en Avenida de Mayo al 500, en el marco de la Noche de las Librerías. Por otro, para hoy a las 18:30 está prevista una versión a cargo de Enrique Llopis, Raúl Olarte y el Coral de las Américas en la Feria de Mataderos (Lisandro de la Torre y Avenida de los Corrales, CABA) con entrada gratuita. Un rato más tarde, a las 20, se ofrecerá en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, CABA) la tercera y última función de un ciclo que llevó la de por sí emotiva creación a formas encantadoras, según pudo comprobar Melografías anteayer.
Ésta última versión es precedida por villancicos y fragmentos de Navidad nuestra intepretados por el cantor solista Juan Juncales (ex-integrante de Los Huanca Hua, entre otros antecedentes de mérito) y un cuarteto instrumental compuesto por Gabriela Aciar Allidere en piano, Enzo Espeche en charango, Ricardo Quintero en siku y quena, y Eduardo Velardi en percusión y dirección musical. Para la misa propiamente dicha se suma un coro de siete integrantes dirigido por Damián Sánchez, el célebre compositor mendocino.
Varios de ellos conocen la obra por experiencia: Velardi integró la compañía de Ramírez como parte de Los Chasquis, Espeche la interpretó en Italia, de gira con el pianista, en la década del ’90 y Juncales llegó a cantarla en la Antártida en los años ’70. Algo de esa experiencia, pero sobre todo las condiciones, la entrega y la sensibilidad de los artistas se traduce en la conmovedora performance que redondean.
Mayol fue uno de los encargados de seleccionar los textos ceremoniales, junto a sus colegas Gabriel Segade y Osvaldo Catena. Una vez consensuados los versos, la tarea de musicalizarlos correspondió a Ariel Ramírez, gestor de la idea original. Puesto frente al papel pentagramado, el talentoso pianista decidió armar cinco canciones basadas en diferentes ritmos folclóricos: Kyrie (vidala-baguala que funciona como honda plegaria de apertura), Gloria (carnavalito que busca expresar el júbilo de los fieles y por lejos el tema más conocido de la obra, con su estribillo que dice “Gloria a Dios / en las alturas y en la Tierra / pasan los hombres que ama el Señor”), Credo (chacarera trunca que oficia de profesión de fe), Sanctus (carnaval cochabambino en el que se celebra el carácter sagrado de dios) y Agnus Dei (estilo pampeano que cierra la homilía musical con un pedido de compasión ante el pecado).
Para honrar las dimensiones espirituales, simbólicas y sociales que semejante desafío implicaba, Ramírez optó por escribir para solistas, coro y orquesta. A la hora de materializar esas ideas en una grabación, quedaron seleccionados Los Fronterizos para poner sus cuatro voces a las letras que sonarían en primer plano, la Cantoría de la Basílica del Socorro (del barrio porteño de Recoleta) como coro y una orquesta de instrumentos típicos a cargo de destacados intérpretes. Entre éstos estaba el gran Jaime Torres en charango, Domingo Cura en los bombos legüeros y el propio Ramírez en clave, dadas las reminiscencias eclesiásticas que resuenan en su timbre.
El lado 2 del disco traía la Navidad nuestra, otra obra integral compuesta por una serie de canciones que cumplían con la misma consigna (músicas folclóricas con letras religiosas, pero esta vez focalizadas en el aniversario del nacimiento de Jesús y escritas ad hoc por el historiador Félix Luna). Allí estaban el chamamé La anunciación, la vidala catamarqueña El nacimiento y el takirari Los reyes magos, entre otros.
Los resultados tuvieron inmediato respaldo popular. Lanzado a la venta en noviembre de 1964, este vinilo confesional vendió 50.000 placas en apenas un mes, según cuenta Emilio Portorrico en su Diccionario enciclopédico de la música argentina de raíz folklórica.
La Misa criolla tuvo desde entonces muchas versiones, tanto en vivo como grabadas por intérpretes diversos, desde el tenor español José Carreras hasta nuestra Mercedes Sosa, pasando por Zamba Quipildor o la peruana Chabuca Granda.
Otra vez cerca de la Navidad, la obra de Ariel Ramírez vuelve a ser noticia. Este fin de semana sus mensajes de fe y esperanza serán interpretados en al menos tres puntos de la ciudad de Buenos Aires por diferentes artistas. Por un lado, Zamba Quipildor cantó anoche algunas canciones de la Misa criolla junto a la Navidad nuestra sobre un escenario montado por el Gobierno de la Ciudad en Avenida de Mayo al 500, en el marco de la Noche de las Librerías. Por otro, para hoy a las 18:30 está prevista una versión a cargo de Enrique Llopis, Raúl Olarte y el Coral de las Américas en la Feria de Mataderos (Lisandro de la Torre y Avenida de los Corrales, CABA) con entrada gratuita. Un rato más tarde, a las 20, se ofrecerá en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, CABA) la tercera y última función de un ciclo que llevó la de por sí emotiva creación a formas encantadoras, según pudo comprobar Melografías anteayer.
Ésta última versión es precedida por villancicos y fragmentos de Navidad nuestra intepretados por el cantor solista Juan Juncales (ex-integrante de Los Huanca Hua, entre otros antecedentes de mérito) y un cuarteto instrumental compuesto por Gabriela Aciar Allidere en piano, Enzo Espeche en charango, Ricardo Quintero en siku y quena, y Eduardo Velardi en percusión y dirección musical. Para la misa propiamente dicha se suma un coro de siete integrantes dirigido por Damián Sánchez, el célebre compositor mendocino.
Varios de ellos conocen la obra por experiencia: Velardi integró la compañía de Ramírez como parte de Los Chasquis, Espeche la interpretó en Italia, de gira con el pianista, en la década del ’90 y Juncales llegó a cantarla en la Antártida en los años ’70. Algo de esa experiencia, pero sobre todo las condiciones, la entrega y la sensibilidad de los artistas se traduce en la conmovedora performance que redondean.
Carlos Bevilacqua
Publicado el 16-12-2012.