Un litoral de dos naciones

En su segundo disco solista, la cantante Gicela Méndez Ribeiro confirma sus extraordinarias virtudes para un repertorio que combina canciones en castellano con otras en portugués. Ella misma explica el sincretismo que caracteriza a Voz de frontera.

       Acaso por los vericuetos de la difusión masiva, acaso por el lugar marginal que recibe el chamamé en Buenos Aires, la voz de Gicela Méndez Ribeiro no es más conocida a nivel nacional. Lo cierto es que apenas llega al oído, seduce por sus atributos naturales y por el uso que ella hace de su registro. Si a esas virtudes se suma un oportuno y eficaz acompañamiento, el deleite resulta una consecuencia lógica. Claro que no es sólo el cómo lo que cautiva, sino también el qué: la cantante correntina aborda un repertorio chamamecero amplio, que incluye piezas propias, en música, y de inspirados poetas de la región, en letra. De hecho, en Voz de frontera (su segundo disco) la mitad de lo grabado lleva su firma.
      Otra particularidad de ese trabajo, editado hace pocos meses, es que buena parte de su contenido está cantado en portugués. Hasta los 18 años, Gicela vivió en Paso de los Libres, ciudad correntina ubicada sobre el río Uruguay, a esa altura límite de la Argentina con Brasil. Luego estudió canto en Santa Fe, Rosario, Buenos Aires y por último en París, donde también grabó un disco junto a Rudi y Nini Flores para el sello Ocora, de Radio France. Pero –según cuenta– su formación se dio “jugando y cantando en casa, acompañada por mi padre acordeonista”. Fue en ese ambiente fronterizo, cruzado por influencias de las dos riberas, que creció escuchando indistintamente castellano y portugués. Los dos idiomas circularon parejos tanto por sus oídos como por su boca desde la niñez. “Mi bisabuelo y mi abuelo paternos son brasileños, o sea que la integración arrancó por la sangre, para seguir por los afectos y la amistad. Es algo natural que brota de mi interior. Inconscientemente, se genera un ida y vuelta, y pienso que así debe ser”, cuenta en diálogo con Melografías. 
      En rigor, el sincretismo musical e idiomático de Voz de frontera, es un rasgo que define su carrera, desde que arrancó presentándose en diferentes ciudades del sur de Brasil, en 1997. Su primer grupo juntó a correntinos con "gaúchos" en una fórmula de integración que de alguna u otra forma se repetiría hasta hoy. Llevada a explicitar las influencias brasileñas en su música, Méndez Ribeiro responde: “Yo no siento influencia. En todo caso, siento influencias del rock o del pop, pero la cultura brasilera es mía por naturaleza, nací y todavía convivo con ella. Creo que se puede percibir en la alegría, (la alegría es sólo brasilera, –bromea–), la cadencia, el movimiento, la mezcla sin igual, lo multicolor, la forma de decir, la efervescencia”.
       Todos rasgos que laten en Voz de frontera, un trabajo desprejuiciado, en el que la cantante lidera un sonido a la vez tradicional y moderno. Allí están las guitarras de Gory Varela y el acordeón de Mauro Bonamino, aportando los timbres históricos del chamamé, pero también el bajo de Alejandro Montenegro, la batería de Matías Duette y los condimentos percusivos de “Piliki” Suárez, armando entre los tres una fuerte base para los ritmos. “Hace más de cuatro años que toco con ellos –informa Gicela– y el disco fue también una cristalización de ese proceso, porque se grabó con una química extraordinaria entre nosotros”. 
      Tal alquimia redundó en instrumentaciones más bien homogéneas, que sostienen letras referidas al amor, al paisaje y al chamamé, tópicos clásicos del folclore litoraleño. A propósito del repertorio, apunta ella: “La elección no fue muy racional. Por eso, este disco destila libertad, me permití incluir cosas que me interesan sin ningún tapujo. Hay temas míos como Fronteriza y Alma de violao o compuestos a medias con el poeta brasileño Jaime Ribeiro, que es como mi hermano, alguien que siempre creyó en mí. También aparecen mis musicalizaciones de escritores que admiro con el alma, como Marily Morales Segovia (la autora de A navegar), Martín Alvarenga (el autor de Luna) y el riograndense Rodrigo Bauer, quien escribió en castellano La magia que habita en cualquier chamamé”. De las creaciones totalmente ajenas, destaca Ñangapirí, una hermosa canción de Antonio Tarragó Ros, cuyo romanticismo Gicela sabe subrayar en el tramo más sutil del disco.
      En la caja del CD Méndez Ribeiro cuenta que su concreción debió sortear una inesperada contrariedad: en enero último a la cantante le robaron todo el dinero ahorrado durante años en su casa de Santa Ana de los Guácaras, a pocos kilómetros de Corrientes capital. Tras el mal trago, un grupo de amigos brasileños la auxilió recaudando en poco tiempo lo necesario para poder grabar. Así fue como Voz de frontera pudo tener su presentación, que se produjo en Río Brilhante (estado brasileño de Mato Grosso do Sul), el 21 de septiembre.
      El flamante material será interpretado otra vez en vivo el 4 de enero en la Fiesta Nacional del Taninero (a realizarse en Puerto Tirol, Chaco) y el 11 del mismo mes, como parte de la Fiesta Nacional del Chamamé (en la capital correntina). En Buenos Aires, el disco se puede conseguir en la Casa de Corrientes (ubicada en San Martín 333) y –desde cualquier punto del país– escribiendo a www.gicela.com.ar o al Facebook de la artista.

Carlos Bevilacqua


En la imagen, la portada del disco, producido por Koldra.

Publicado el 30-12-2012.