Amigos de lo ajeno


Sí, en la música también pasa: hay quienes ganan dinero usando secuencias ya registradas por otros. ¿Mala fe, influencias o casualidades? Repasamos algunos casos célebres, entre los que se destacan los de Shakira y Los Kjarkas.

      Las posibles combinaciones entre notas, duraciones, tonalidades y compases no es infinita. Pero es tan grande que resulta incontable sin ayuda de una calculadora. Aun así, hay temas que se parecen mucho entre sí. Las similitudes pueden ser producto de influencias inconcientes y hasta meras coincidencias, pero suelen dar lugar a sospechas. Tanto, que a veces los autores del tema registrado en primer término acuden a la Justicia al sentirse damnificados por el usufructo no autorizado de su obra. El momento clave de esos juicios llega cuando los peritos (músicos eméritos o musicólogos) deben determinar si entre ambos temas se repiten al menos ocho compases, la medida que la mayoría de las legislaciones fijan para poder hablar de plagio.
      Si bien muchas veces los reclamos no llegan a los tribunales gracias a un acuerdo económico entre las partes, hubo varios que se prolongaron en instancias judiciales. Luego de ocho años de litigio, en 2007 la justicia mexicana condenó a Luis Miguel a indemnizar a Marcos Lifshitz, ante los notorios parecidos entre Amarte es un placer (popularizada por “Luismi”) y Siento nuestro aliento, del querellante. Ese mismo año, los uruguayos Roberto Da Silva y Alberto Triunfo demandaron a la cantautora española Rosana por haber usado el estribillo de Uruguay te queremos ver campeón (tema que les pertenece) para su canción Soñaré, según sostenían.
      No siempre la causa judicial termina en una condena del imputado. Tras casi tres décadas de juicio, en 2001 un tribunal argentino absolvió a Joan Manuel Serrat del cargo de plagio que le había realizado Leopoldo Díaz Velez. El compositor argentino sostenía que Serrat había copiado recursos de La milonga y yo (de su autoría) en la recordada canción Fiesta. Peritos universitarios y de SADAIC llegaron a la conclusión de que entre una y otra no había tantos parecidos.
        Por la cantidad de denuncias que tomaron estado público, algunos parecieran ser víctimas recurrentes del plagio y otros ladrones consumados. Entre los primeros, figura el grupo folclórico boliviano Los Kjarkas, que hizo su reclamo más resonante en 1989, cuando el mundo entero tarareaba y bailaba su canción Llorando se fue pensando que se trataba de "la lambada", un ritmo supuestamente nuevo y de origen brasileño. Tal era el libreto de los medios masivos, que se hacían eco de lo que decían los productores del grupo Kaoma, intérprete de la nueva versión. Más recientemente, Llorando se fue también habría sido objeto de copia por parte de Don Omar, el famoso cantante de reggaeton para fragmentos de su canción Taboo, según argumentó el apoderado de Los Kjarkas. El grupo boliviano volvió a denunciar un plagio el año pasado, ante el lanzamiento de la canción Áfrika por parte del rapero francés Soprano. Según denuncian, sus primeros acordes son idénticos a los que se pueden escuchar en pasajes de la canción de Tiempo al tiempo, de Los Kjarkas.
       En el otro rincón, la mayor celebridad entre los acusados de valerse de composiciones ajenas es una mega-estrella del pop: Shakira. En 2011 fue demandada por el dúo portorriqueño Ñejo y Dalmata, quienes notaron que sus voces y unos versos escritos por ellos para el tema Loca con su tiguere aparecían, sin crédito alguno, en el hit Loca. El cargo no era nuevo. Ella misma admitió que se había inspirado en Amores como el nuestro, una canción de Jerry Rivera, a la hora de componer Hips don’t lie, canción incluida en el álbum Fijación oral. A principios de 2012, el músico y abogado Mario Aguirre también acusó a la colombiana, esa vez de tener en su canción Antes de las seis la misma introducción de Sino, escrita por él.
       Pero la situación más curiosa en torno a Shakira se dio con Waka waka, la canción oficial del Mundial de Sudáfrica 2010. A poco de ser lanzada a sonar por el mundo entero, hubo quienes hicieron notar que su estribillo era el mismo que el de Zangalewa, una canción tradicional de Camerún que es famosa en buena parte del continente negro. La cantante no lo negó: es más, explicó que lo hizo con la idea de homenajear al África en general citando una pieza de su folclore. La misma canción fue objeto de otro reclamo por parte del dominicano Wilfredo Vargas, quien vio demasiados parecidos entre Waka waka y su tema El negro no puede.
      Con todo, no deberíamos dejar de considerar que el vasto número de combinaciones sonoras se ve reducido en la práctica por una serie de condicionantes, como la afinidad entre las notas, las convenciones de cada género musical y las presiones de las compañías discográficas, que al exigir novedades año por medio llevan a los cantantes menos creativos a apelar a lo que tienen escuchado, o a seguir el consejo de productores que tienden a reproducir fórmulas de éxitos anteriores.
       De cualquier modo, el asunto no es nuevo. Por ahí anda, todavía, el personaje de Diego Peretti en Tiempo de valientes preguntándose por el curioso parecido entre las melodías del Feliz Cumpleaños y El payaso Plin Plin.

Carlos Bevilacqua

Publicado el 17-2-2013.