Pantalla profunda


En su abundante programación, el inminente BAFICI incluye al menos siete películas enfocadas con agudeza en la música popular. Cuatro documentales, un musical, una road movie y un reality show que prometen. 

       ¿Qué tiene para ofrecer la imagen al conocimiento de la música y la danza? Los aportes de las fotos publicitarias, los afiches y los videoclips fueron hasta hoy más funcionales a la difusión que a una indagación en la naturaleza del fenómeno musical o coreográfico. Distinto es el uso que con frecuencia se hace del video en las pantallas ubicadas detrás de los escenarios durante los recitales o, en el caso de muchas obras de danza, como una herramienta expresiva. En el escalón más alto en cuanto a poder analítico están las películas documentales. Como ejemplos, bien pueden citarse algunos de los films que integrarán la Sección Música del 15° Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), a realizarse en distintas salas porteñas del 10 al 21 de abril.
      Uno de ellos es Amor crónico, largometraje que acompaña a la cantautora CuCu Diamantes durante una gira por Cuba, la primera de una artista cubana-estadounidense en 50 años. Nacida en La Habana, pero radicada en Nueva York, CuCu lanzó su primer trabajo discográfico en 2009, pero ya ganó dos premios Grammy, uno como solista y otro como integrante del grupo de fusión Yerba Buena. La lente de Jorge Perugorría (aquel actor de Guantanamera y Fresa y chocolate) registró todo lo que se le cruzó en el camino a la cantante y su ruidosa troupe en una especie de road movie caribeña.
      Otro que se enfocó en un grupo de músicos fue Emmet Malloy al dirigir Big Easy Express, documental sobre la gira que en 2011 realizaron tres bandas fundamentales en la renovación de la música country: Old Crow Medicine Show, Mumford and Sons y The Magnetic Zeros. Un tren antiguo especialmente acondicionado para albergar un sala de ensayo fue la locación móvil que llevó a los artistas a conocer otras naturales, ubicadas entre California y Nueva Orleans. En este caso la mirada de Malloy se concentra en la (mucha) música que generaron en cada parada.
      Apuntando al otro lado del mostrador, el poblado por los consumidores de música, el realizador británico Pip Piper intentó explicar las peripecias de las disquerías más modestas en Last shop standing: the rise, fall and rebirth of the independent record shop. Con algunas líneas que se cruzan con las de Alta fidelidad (aquella película del año 2000 con John Cusack), se basa en entrevistas que revelan cómo un simple negocio puede llegar a ser un lugar de pertenencia.
      De las siete películas anticipadas en este resumen, la única que incluye danza es un plato bien fuerte. Viene de Alemania y su cocinera es Berril Beth Nisker (alias Peaches), una cantautora de electroclash que decidió contar su vida en un musical escrito, protagonizado, dirigido y producido por ella misma en el Hebbel Haul Theatre de Berlín. Las imágenes de Peaches does herself, generosas en coreografías grupales, llevan a un modo explícito las referencias sexuales de las letras de la artista canadiense, acuñadas en discos desde 1995.
      Con todo, la obra más original en cuanto a su temática parece ser Re: generation music project, resultado de un experimento por demás audaz, como es el de intentar resumir en unos pocos remixes la historia de la música más difundida en Estados Unidos. Los encargados de semejante tarea son cinco DJs y sendos productores que buscarán compactar los desarrollos que tuvieron durante décadas la música country, el jazz, el rock, el soul y la música clásica. Como era de esperar, en el camino de esta especie de reality show surgieron algunas tensiones con los autores de las músicas inventariadas, según se ve en varias escenas.
      Con un carácter trunco que rima con el emprendimiento retratado, Taller de flamenco sintetiza lo ocurrido entre febrero y mayo de 2009 en el Centro Social Okupado Autogestionado "Fábrica de sombreros", de Sevilla (España) justo antes de su desalojo. Las pruebas se suceden tanto en los diferentes cantes que allí se estudian como en los registros del realizador español Alfonso Camacho. La gran virtud de esta película es la autenticidad de lo que se escucha, bien lejos de las estilizaciones que suele recibir el arte musical andaluz para el consumo de los extranjeros.
      Aunque fuera de la Sección "Música", Ramón Ayala (sí, el prócer de la música misionera) da nombre y objeto de estudio a un documental de Marcos López que promete ser el más emotivo de todos los films reseñados. El cantautor responsable de paradigmas litoraleños como Retrato de un pescador, Posadeña linda y El Mensú aparece en toda su magnitud, montado en su frondosa verba, esa que remite directa- mente a la exuberancia de la selva. Pero Ramón Ayala - la película no se queda en la autorreferencia, sino que apela a las palabras de amigos que lo conocen bien, como Juan Falú, Claudio Torres, Víctor Kesselman y Liliana Herrero. Y tampoco se limita al gran músico que es; también retrata al artista plástico que celebra en sus obras el colorido ecosistema de su provincia.
      Se puede acceder a fechas, horarios y salas donde se proyectarán estas películas en www.festivales.buenosaires.gob.ar/bafici, donde además se pueden comprar las entradas, todas por $20 (con un descuento de $5 para estudiantes y jubilados).

Carlos Bevilacqua

En la imagen, Ramón Ayala. Foto de Marcos López.

Publicado el 7-4-2013.