Los animales de la música


Los géneros populares son pródigos en canciones relacionadas con el reino animal. A poco de haber festejado (el 29 de abril) el día que los recuerda, nuestros compañeros de planeta protagonizan esta zoológica recopilación. 

       La música es un fenómeno humano. Sólo nosotros combinamos sonidos con un fin estético. El resto de las especies animales también emiten los suyos y hasta nos inspiran cada vez que ladran, maúllan, lloran o cantan, pero lo hacen con fines prácticos o instintivos. Y aunque puedan demostrar cierta sensibilidad ante la música, en líneas generales no llegan a emocionarse o a recordar gracias a una canción. Sin embargo, y acaso por la incidencia que tienen en el ecosistema, por el vínculo afectivo que estable- cemos con ellos, por el espejo que brindan de nuestras vicisitudes o por la pureza de sentimientos que encarnan, tanto los animales domesticados como los salvajes tienen una fuerte presencia en las letras y la nomenclatura de la música popular.
      Como es de suponer, "el mejor amigo del hombre" aparece seguido. Está en la conmovedora canción Callejero (de Alberto Cortez y popularizada por Attaque 77), en la milonga Con mi perro (elogio de la fidelidad canina escrito por José María Contursi y musicalizado por Aníbal Troilo), en Los dos perros (la hermosa canción del dúo folclórico Orozco-Barrientos), en Mi perro dinamita (de Los Redonditos de Ricota) y en la Milonga de los perros, entre otros tantos pasajes del repertorio creado por la agrupación tanguera La Chicana, que llegó a incluir canes en el arte de tapa de algunos discos y en el audio de varias canciones.
      El otro gran habitué de los hogares, el gato, figura mucho menos en nombres de canciones, excepto cuando la palabra aparece designando el homónimo ritmo folclórico. Lo cual da lugar a todo tipo de juegos sintácticos, incluso paradójicos como el del Gato del perro (de Alfredo Zitarrosa).
      Por lógica, sí gozan de una gran cantidad de menciones las aves en general. ¿Cómo no ver ahí una metáfora de nuestro impulso canoro? En diversos pasajes de sus letras, el tango es especialmente prolífico en la reivindicación del gorrión como ícono porteño y del hornero como abnegado proletario, pero además abunda en títulos explícitos: Los pájaros perdidos (de Trejo y Piazzolla), Ave de paso (Charlo-Cadícamo) Pájaro azul (Francisco Canaro), ¿Qué querés con ese loro? (sarcástica letra de Manuel Romero) y Pájaro ciego (aquel de Lito Bayardo grabado por la Orquesta de Rodolfo Biagi), entre otros. El folclore, tan amigo de la naturaleza, también aporta lo suyo: La chicharra cantora (chacarera de amplia difusión), Como pájaros en el aire (la canción de Peteco Carabajal referida a la madre) y, ya como parte del acervo de la patria grande, el famoso Pájaro campana con el que acostumbran a demostrar virtuosismo los músicos paraguayos, el Pájaro chogüí (también de origen paraguayo y sonidos onomatopéyicos), El cóndor pasa (célebre motivo peruano) y Pajarillo verde (pieza esencial de la tradición venezolana, popularizada por Cecilia Todd).
      De los demás animales, el único que consigue mucha figuración en los versos de las canciones es el caballo. Aunque con un tono definidamente triste, en la música folclórica alcanzaron muchas interpretaciones El corralero (la historia del peón que recibe la orden de sacrificar a su caballo enfermo y mayor, obra de Hernán Figueroa Reyes), Viejo caballo alazán (nostálgica evocación muy difundida por el Chango Spasiuk) y Sin caballo y en Montiel (milonga campera de Atahualpa Yupanqui). En el tango, los equinos son frecuentes pero como variables de juego en las carreras del hipódromo, con un abanico que va de los clásicos gardelianos (Por una cabeza, Legui- samo solo, Bajo Belgrano) a rarezas como la humorística Milonga burrera.
      Sorpresivamente, nuestro relevamiento registró una digna marca de los insectos, tan vapuleados a nivel imagen entre las damas. Ahí están la Zamba del grillo (Yupanqui), Como la cigarra (María Elena Walsh), Como abeja al panal (Juan Luis Guerra) y El vuelo del moscardón (del ruso Rimski-Kórsakov pero acriollado en la versión tangueada de Osmar Maderna), como ejemplos.
      En cambio, y pese a la valoración gastronómica que le damos, el ganado vacuno aparece poco en nuestro cancionero, a no ser por piezas como El arriero (también de Yupanqui), Aquella solitaria vaca (de Los Redondos) o el chamamé El toro. Y así como el dorado, el surubí y el pacú aletean con frecuencia en la música litoraleña, Ástor Piazzolla es uno de los pocos que se ocupó de los peces marinos, a través de Escualo. Como casos curiosos, podemos citar los de Una iguana y tres monedas (La Chicana), El monito (Julio De Caro), Sapo cancionero (Hugo Chagra) y Bicho, bicho (hit pop de Los Fatales en torno a una guía de zoológico).
      En una categoría especial corresponde ubicar a Carta de un león a otro (Chico Novarro) y El oso (Moris) por ser de las escasísimas letras escritas desde una –supuesta– subjetividad animal. La voz de ambas coinciden en criticar la conducta humana con similares argumentos (ver artículo anterior de Melografías).
      Todas canciones ideales para intérpretes como León Gieco, el "Mono" Izarrualde, su congénere Hurtado (que supo tocar para las ballenas), "Cardenal" Domínguez, el "Salmón" Calamaro, "Pollo" Raffo, "Topo" Encinar, "Cachorro" López o, más allá en el tiempo, "Pajarito" Zaguri, "Canario" Luna, "El gato" Piazzolla, "El tigre" Arolas, Carlos Gardel (el zorzal criollo) o Edith Piaf (el gorrión de París). O bien para grupos como Los Piojos, el Dúo Ranas, el Ensamble Chancho a Cuerda, Los Chalchaleros o Lo Pez.

Carlos Bevilacqua

Contenidos adicionales: 
Temas musicales alusivos al reino animal  
Solistas y grupos apodados con nombres de animales 

Publicado el 5-5-2013.