Letras de Luis Longhi, musicalizadas por Federico Mizrahi e interpretadas por una decena de talentosos cantantes, integran el libro-CD El tango es puro cuento, uno de los mejores intentos por acercar el género a los chicos.
A simple vista, el tango parece cosa de adultos. Por las temáticas de sus letras, el carácter más bien melancólico de su música y la sensualidad que suele emanar su baile, parece inoportuno para los chicos. Sin embargo, hubo varios intentos por acercar la cultura típica de Buenos Aires a los más jóvenes. Quien más trabajó en ese sentido es la cantautora Graciela Pesce, cabeza de un proyecto artístico y educativo que ya produjo cuatro CDs, un par de libros y cantidad de shows didácticos en jardines de infantes y escuelas primarias. Desde la danza también hubo y hay intentos por seducirlos, como la pedagogía que durante décadas desplegó la bailarina Olga Besio en sus clases de "Tango con Niños".
A ese cúmulo de esfuerzos se sumó en 2011 la edición del libro-CD El tango es puro cuento, una impactante co-producción de la Editorial Abrazos y el Centro Cultural de la Cooperación que aporta trece tangos originales escritos por Federico Mizrahi (en músicas) y Luis Longhi (en letras). Un emprendimiento pretencioso, cuya calidad se manifiesta en varios planos. Por un lado, en la originalidad y el vuelo artístico de las obras en sí, que tienen la virtud de no subestimar al público infantil. ¿Cómo? A través de versos más bien surrealistas, ricos en juegos de palabras, y de orquestaciones tan frondosas como eficaces para los distintos ritmos.
Por otro lado, las interpretaciones acercan un amplio abanico de matices, ya que cada canción está sabiamente ejecutada por grupos variables de músicos. La base está por lo general compuesta por Pablo Motta (contrabajo), Jorge Bergero (violonchelo), Christine Berbes y/o Raúl Di Renzo (violines), el propio Mizrahi al piano, a veces Longhi en bandoneón y Guillermo Fernández en la voz. Atendiendo a las peculiaridades de cada tango, milonga o vals, se suman a ellos otros timbres en manos de dúctiles instrumentistas, cuando no figuras de la música popular, como el armoniquista Franco Luciani o el bajista Daniel Maza.
Con todo, los invitados más evidentes son los que ponen sus voces. Es que el disco incluye participaciones de artistas ampliamente reconocidos como Teresa Parodi y Sandra Mihanovich (quienes se suman a Fernández en la circense Gente rara los artistas), el gran Alejandro Dolina (en la tragicómica historia de Yo y mi solitaria), Kevin Johansen (en la caprichosa pero certera Milonga de los nombres), Horacio Fontova (con vanos intentos por echar luz en una Confusión) o Pedro Aznar (describiendo la cromática soledad que transmite La triste historia de Rosa Brown).
Diversidad de climas
Tanto en las historias narradas como en el lenguaje utilizado se combinan de manera equilibrada el imaginario tanguero con el infantil, siendo éste mucho más que lo que muchos espectáculos para chicos pre-suponen. Así, es fácil vislumbrar la frustración entrelazada con la esperanza en Crema del cielo, tierno relato interpretado entre Guillermo Fernández y Wálter "Chino" Laborde. O el mundo marginal, no exento por eso de calidez, que se retrata en Fábula de la rata voladora y el enano de cartón, donde participa otra experimentada voz del tango: la de Alicia Vignola.
En el camino asoman otros climas logrados, como el inherente a las poéticas observaciones de La biblia y el ratón (cantadas en parte por Ligia Piro), el festivo de Tomás tiró el tomate (murga salseada en la que interviene un coro dirigido por el uruguayo Jesús Fernández junto a una cuerda de tambores) o el apologético de Ciudad de los tangos sarpados, en la que confluyen las voces de Laborde, Fernández y Omar Mollo con fraseos raperos. Allí, como en otras pistas, se suma en algunos tramos un coro de catorce niños.
Pero este trabajo, disponible en diversas librerías del país y a través de la web, tiene una dimensión visual tan o más fascinante que la sonora. Porque El tango es puro cuento también es un libro de grandes hojas apaisadas y satinadas que ilustra a todo color las canciones de Longhi y Mizrahi con hermosos dibujos especialmente preparados para la ocasión por artistas de personales talentos: Max Aguirre, Julieta Arroquy, Pablo Bernasconi, Poly Bernatene, Fernando Calvi, Sebastián Dufour, Pablo Fayó, Pablo Fernández, Diego Parés, Pedro Penizzotto, Alfredo Sábat, Gabriel Sainz, Troche y Tute. Cada uno con su estilo, todos suman información y estética a un diseño plural hasta en las diferentes tipografías utilizadas para trasncribir las letras de cada canción. Los versos aparecen a veces junto a las ilustraciones, otras veces intercalados con los dibujos y otras como parte de una historieta.
Sobre el final, se incluyen "Tres pequeños cuentos que no se relacionan para nada", textos escritos por Longhi que sin embargo tienen mucho en común: argumentos en torno al humor y al arte como misterios que nos mantienen sanos, lo fantástico asimilado a lo cotidiano y esa prosa intensa y torrencial propia del discurso infantil. Rasgos que no los dejan demasiado lejos del resto del libro, regido por una lógica particular, tan porteña como lúdica.
Todo lo cual termina conformando una obra coral. La mutiplicidad de voces y sentidos redunda en un trabajo muy peculiar, de esos que –como sugiere Dolina en el prólogo– pueden ser disfrutados también por los mayores.
Carlos Bevilacqua
Imagen: dibujo de Poly Bernatene para Fabula de la rata voladora y el enano de cartón.
Publicado el 2-6-2013.