Golpe a golpe


Con una amena y didáctica clase de Mariano Cantero sobre la percusión en la música popular, arrancó el jueves último el ciclo Clases Maestras 2014. Extractamos los conceptos centrales de esa reunión inaugural.

      Al menos cada tanto, viene bien parar la pelota. Detenerse para mejor ver o escuchar. El ciclo Clases Maestras, que el jueves último tuvo su primera jornada de 2014, ofrece una oportunidad de hacerlo. Destinadas a músicos de todos los niveles y público en general, consisten en charlas abiertas que incluyen didácticas ilustraciones de música en vivo. Todo organizado por el dúo Color a Nuevo (integrado por Juan Pablo Esmok Lew y Federico D'Atellis).
      Este año, el encargado de abrir el juego fue Mariano "Tiki" Cantero, reconocido percusionista de mucha presencia en recitales y grabaciones de música popular, particularmente folclórica. Desde el comienzo, Mariano optó por abrir su clase a las preguntas del público, compuesto en su mayoría por músicos jóvenes. Lo hizo estratégicamente sentado frente a una batería y un personal set de percusión, que él definió como "los instrumentos folclóricos". A poco de andar, dejó en claro con hechos que, contrariamente a lo que en principio se supone, la percusión también puede generar melodías. "Es más: estos instrumentos que yo llamo folclóricos tienen mucho más rango de grave-agudo que la batería", especificó. El asunto de las alturas volvería a aparecer otras veces en su discurso. Por ejemplo, cuando opinó: "Es importante poder cantar un ritmo, como herramienta para darle cierta identidad, un estilo, como para que lo que tocamos no sea algo obvio. Si pensamos en la chacarera, por ejemplo, tiene su tiempo escrito pero además tiene una determinada cadencia, como el hablar, con tensiones y distensiones. Por eso prefiero pensar el ritmo a nivel melódico".
      Sin embargo, fue taxativo al destacar que para mantener el gusto del género en cuestión hay que respetar el ritmo básico, lo que él denominó "el andar, el caminar, el microrritmo". "Eso se tiene que escuchar siempre –puntualizó–, más allá de que después uno le vaya agregando cosas". Al referirse a su rol docente, contó: "En mis alumnos no busco tanto que aprendan a tocar ritmos, sino que los entiendan, que sientan el valor, el sentido de cada uno". Algo así como una base ideológica para que después desarrollen la técnica. Respecto de esta última, subrayó la importancia de poder controlar el tiempo, al complejizarlo o simplificarlo pero sin perder el ritmo. "En el caso de la chacarera, por ejemplo, es importante percibir no sólo el 6 por 8 sino también el 3 por 4", citó.
      La charla, a esa altura más un reportaje abierto que una clase, ya era por demás amena. Cantero se preocupó desde un principio por hablar claro y no dejar a nadie afuera. Mejor aún, en un momento convocó al guitarrista Ernesto Snajer para interpretar juntos la milonga El zapateo, en la que ambos se despacharon con un fascinante cúmulo de recursos. Tras recibir agradecidos aplausos, Snajer se quedó en el escenario mientras Cantero retomaba sus palabras. "Otro desafío muy interesante que plantea el folclore argentino para los percusionistas es esa superposición de ritmos, lo que llamamos el dos contra tres", observó.
      Al rato, Cantero y Snajer volvieron a hablar con las manos. ¡Y cómo! Dejaron una hermosa versión de la zamba La fogosa (también de Snajer). La ilustración dio lugar a reflexiones sobre un estilo muy afín al lugar de la charla y que uno de los asistentes calificó como "espacioso". "Pienso que la zamba es el estilo más difícil", comentó luego el entrevistado.
      La índole de las preguntas se hacía cada vez más variada. Respecto de su rol en el trío Aca Seca, Mariano contó que sobre los escenarios oscilaban entre lo pautado y lo improvisado, pero que en las grabaciones de los discos la interacción no se da de manera directa porque, como son muy pocos los estudios que permiten aislar la batería de los demás instrumentos, se ven obligados a grabar las partes por separado. Al margen de esa realidad, recomendó prestar mucha atención a la cohesión que debe darse entre los diferentes miembros de un grupo. Y, ya hacia dentro del mismo rol percusivo, "hermanar" la batería con el resto de los instrumentos de percusión, como para que estén articulados en cuanto a volúmenes, timbres y técnicas.
      Cerca del final, Cantero y Snajer se volvieron a asociar para encender la cueca La fogosa. La leña parece estar siempre seca para estos dos músicos. Tras un intervalo, esta clase maestra inaugural se coronó con un concierto a cargo de los dos músicos.
      En el camino se había abierto un tiempo para la reflexión. Más allá de los conceptos explicitados, estos espacios parecen propiciar una escucha más analítica, más profunda, de esas que permiten percibir más y mejor. En cierto sentido, también una mirada que vuelve a notar la peculiaridad del baterista-percusionista (muchas veces menospreciado), que debe coordinar como nadie los cuatro miembros del cuerpo. O la especificidad del cajón peruano, a la vez instrumento y asiento. O la gama sonora del garrahand, especie de casco con timbre similar al de la kalimba que, inserto en el set de Cantero, llamó la atención de los estudiantes de música.
     El ciclo Clases Maestras continuará pasado mañana con Josep Manzano y Víctor Villadangos exponiendo sobre la guitarra clásica, el 3-4 con Ernesto Snajer refiriéndose a la guitarra en la música popular, el 10 de abril con una clase maestra de piano a cargo de Lilián Saba y el 24-4 con una final sobre bajo a cargo de Guido Martínez. En todos los casos a las 18, en Espacio Tucumán (Suipacha 140, CABA), con un concierto final a cargo del docente y un bono contribución de $20 como todo importe a abonar.

Carlos Bevilacqua

En la imagen, Mariano Cantero.

Publicado el 25-3-2014.