Tres al hilo


Por cantidad de integrantes, repertorio, estilo musical y forma de trabajo, Dancing Mood es una banda diferente. Su último trabajo discográfico, el álbum triple Non stop, potencia esos rasgos con al aporte de diversos músicos invitados.

      Es común que la cantidad vaya en desmedro de la calidad, o al menos de cierto cuidado de los detalles. No es el caso de Dancing Mood, la multitudinaria banda del trompetista argentino Hugo Lobo. De sus filas brotan versiones impactantes, voluminosas y ocurrentes que cautivan también por su grado de elaboración. Una poderosa sección de vientos (saxos, trombones, trompeta, flugelhorn, armónica y flauta traversa) marca el color predominante de una masa sonora que completan teclados, guitarras, vibráfono, bajo, batería y percusión. En lo estilístico, el espectro es amplio pero tiene su fórmula: el abordaje de clásicos del jazz, el pop y el reggae desde claves de este último y del ska.
      En sus 14 años de vida autogestiva, Dancing Mood se ganó un público propio que sabe corresponder tanta buena música con una concurrencia masiva, relajada y hedonista en sus frecuentes recitales. Sin ir más lejos, durante marzo la banda completará un ciclo de recitales veraniegos, al aire libre, que llenan de sensualidad el patio de Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131, CABA), los jueves a las 21.
      Paralelamente, el particular ensamble dirigido por Lobo fue hilvanando una discografía tan disfrutable como los shows. Tras ir registrando un creciente repertorio en seis discos, la banda entregó una deslumbrante muestra de sus aptitudes en su último trabajo discográfico, el álbum triple Non Stop.
      Haciendo honor a su nombre, el pack de tres CDs en cajas independientes no para de sorprender. Las abundantes pistas (entre 15 y 16 en cada placa) implican climas diversos: desde standards del jazz como Don’t get around much anymore o What a wonderful world hasta clásicos del reggae como You can get it if you really want (Jimmy Cliff) o Do you remember (Marley), pasando por el leit motiv de la película El Padrino, escrita por el compositor italiano Nino Rota. En el camino puede uno toparse con un hit de los Bee Gees (Heartbreaker) y hasta con un caballito de batalla de Whitney Houston (Didn’t we almost have it all?).
      A veces las estructuras originales suenan muy diferentes, como pasa con Georgia on my mind (Carmichael). Otras, los entramados de ritmo, melodía y armonía cobran nuevos bríos, como parece ocurrir con Over the rainbow, aquel canto a la vida inmortalizado por el gran Louis Armstrong. La amplitud de Lobo alcanza su experimento acaso más audaz cuando da rienda suelta a su afición por la cumbia al recrear Take 5, el famoso tema instrumental del pianista de jazz Dave Brubeck, en una lógica tropical, con la determinante complicidad del grupo Damas Gratis. En todos los casos, es interesante comparar las versiones de Dancing Mood con las originales, o al menos con las más conocidas, ya que esta época nos permite ubicarlas rápidamente a través de los sitios web de streaming.
      Pero si los resultados son tan fascinantes, los créditos no deben ser sólo para Lobo y sus 15 músicos, ya que en la mayoría de los temas participan artistas invitados de peso. Entre los argentinos, el bajista Flavio Cianciarullo (ex Los Fabulosos Cadillacs), el percusionista Rubén Lobo, el guitarrista Juan Valentino y la cantante Déborah Dixon (aunque nacida en Costa Rica, a esta altura ya una más entre nosotros). Entre los extranjeros, son mayoría los vocalistas; aportan oportunos fraseos en inglés los jamaiquinos Doreen Shaffer, Winston Francis, A. J. Franklin, Lynval Golding, Winston Reedy y Georgia Ellis, los británicos Gaz Mayall, Sandra Cross, Carrol Thompson y Pauline Black, el barbadense Dennis Bovell y la colombiana Ivonne Guzmán. Asimismo, en algunos pasajes se puede escuchar el trombón del jamaiquino Rico Rodríguez. Sea como solistas o en plan de coros, vuelcan en los tres discos una vasta experiencia en el ska y el reggae, plasmando así los cruces que Dancing Mood ya había propiciado en 2012, durante una serie de shows en El Teatro Vórterix.
      Como si esto fuera poco, en algunos tramos se suma la Orquesta Deluxe, una numerosa formación de corte sinfónico con la que Dancing Mood ya había grabado un CD y un DVD en 2007 llamado Dancing Mood deluxe. Piezas como Alfie (incluida en la homónima película inglesa), Toto (del propio Lobo), I’ll be there (el hit de un precoz Michael Jackson) o Just don’t want to be lonely (aquel famoso single de los ‘70) se potencian así en las cuerdas de violines, violas, chelos y contrabajos, entre otros instrumentos.
      El sonido frondoso pero pulcro que caracteriza a los tres discos fue logrado a partir de sesiones distantes, ya que algunas grabaciones se hicieron en Buenos Aires y otras en Londres, con producción de los cantables a cargo del citado Bovell y de Clifton Morrison. Todo bajo la producción artística, dirección y arreglos de Lobo.
      Los datos técnicos, cambiantes para cada tema, están detallados con un formato ameno en los dípticos que acompañan cada CD como parte de un colorido arte de tapa que, por lo demás, tiene su propia impronta en cada caso: la de un imparable tren en el volumen 1, la de un fornido boxeador en el 2 y la de un meteorito incandescente en el 3. Oportunas metáforas de grabaciones por demás contundentes.

Carlos Bevilacqua 

En la imagen, Hugo Lobo (trompeta) junto a algunos de los integrantes de Dancing Mood durante el show de la banda en Ciudad Cultural Konex el 23 de enero de este año. Foto de KVK.
 
Publicado el 18-3-2014.