Entre tanta producción discográfica, la cantante Liliana Vitale se distingue con un CD-DVD rico en planos para analizar y disfrutar. De reciente edición, Al día alberga versiones de autores tan dispares como Julio Cortázar, Horacio Fontova, Luis Alberto Spinetta, Jaime Roos y la propia intérprete.
¿Qué esperamos de una obra de arte? ¿Cómo nos brindamos a ella? ¿Cómo nos acercamos? Algo nos mueve, nos motiva. Una recomendación. Una obligación. Un deseo oculto o público. Una moda. Una necesidad, la de sentir placer, la de identificarnos con una expresión artística, la de adquirir conocimiento o aumentar nuestro grado de cultura. Dejar de sentirnos solos, compartir un momento, transmitirlo, atravesarlo, difundirlo, juzgarlo. Comprobar valor, talento o mediocridad. Buscar genialidades. Encontrar tesoros, compartir descubrimientos. Pero no, nada de ello es suficiente para hablar del último trabajo de Liliana Vitale (ya con trece discos editados y una extensa carrera que arrancó con el grupo Músicos Independientes Asociados –MIA–, allá por los años '70).
Esta crónica se guía, muy sintéticamente, por nuestro amigo Kant. Y siguiéndolo podemos afirmar que el juicio estético, ese encontrar que algo es bello, se produce cuando frente a la obra de arte no media ningún interés externo. Sólo aparece lo que dicha obra produce en quien está frente a ella, la contemplación desinteresada. Entonces, ¿cómo damos cuenta de la sensación de que nos atraviesa algo trascendente? Aquello que va más allá del cuerpo, aquello que nos lleva por caminos insondables. El sentir vivas nuestras fibras más recónditas. ¿Cómo confesamos que frente a la obra vibramos?
Con ustedes, la música. Ese extraño elemento que nace de una multiplicidad de encuentros. Entre la mano y la madera, el aire y las cuerdas, la boca y el metal, el cuero, el plástico, la fibra, lo orgánico y lo inorgánico, el viento, el agua. En esa mixtura profunda de naturalezas diversas resuenan Julio Cortázar, Henri Michaux, la misma Liliana Vitale, Horacio Fontova, Jaime Roos, Alberto Muñoz, Miguel Abuelo y Luis Alberto Spinetta; y con ellos se diluye el prejuicio sobre lo que debe ser una canción en las maravillosas interpretaciones de Vitale (como cantante y pianista) en la obra inspiradora de esta reseña: Al día, CD y DVD de reciente edición y próxima presen- tación en vivo (el 4-7, a las 21, en Pista Urbana, Chacabuco 874, CABA). Y es la misma Liliana la que arma un revuelo de sensaciones en la bella recreación (con fondo de cajón peruano) que inicia el disco, brindándole organicidad y pasión a Me caigo y me levanto, recitando al querido Julio, a quien tributamos este año un justo homenaje. Pero aquel es sólo el inicio del viaje que la artista propone, porque cuando creemos que sabemos por dónde nos lleva, el rumbo se hace más extraño y profundo, nos adentramos en las emociones, nos alejamos de la realidad tangible, concreta, y nos volvemos sí algo irreales pero verdaderos, porque no es sólo su excelente interpretación de obras como Cuando se ponga mansa la luna o Canción de amor para mar y tambor lo que nos modifica. Es el despertar de todos los sentidos lo que le agradecemos a la cantora. Porque lo que quien suscribe le pide a una obra de arte, cuando se embarca en ella, es que la lleve sin preguntar.
Y no son sólo doce momentos, doce canciones, doce relatos, doce voces, doce letras, doce regalos, no. Es la articulación audiovisual en un DVD lo que completa el cuento que describe un universo sensorial pleno. La cámara de Juan Belvis, Manuel Díaz Carrasco y Diego Laber parece ir de la mano de Liliana Vitale en su interpretación, provocando las sensaciones irreales de un punto de vista imposible sobre el diapasón de una guitarra o constituyéndose en un músico más en el estudio de grabación que, gracias a una toma subjetiva, pareciéramos observar.
Entonces, ¿cómo dar cuenta de una obra tan plural, utilizando el término en su máxima expresión? Porque no sería suficientemente justo hablar sólo del probado talento interpretativo de Liliana Vitale y de su capacidad para seleccionar un repertorio diverso en cuanto a belleza pero unívoco en cuanto a calidad. Tampoco alcanza con saludar la idea de construir un relato total que a la interpretación musical suma imágenes pictóricas, recitados y registro audiovisual en un estudio de grabación. Y no nos alcanza, aunque vale, mencionar que la acompañaron en la grabación músicos como Facundo Guevara y Ana Ponce (percusión), Eliana Liuni (vientos), Quique Ferrari (contrabajo), Mariano Delgado (guitarra) y, como invitadas, la cantautora cubana Yusa, la cantante porteña Verónica Condomí (compinche de Vitale desde la época de MIA) y su sobrina Emme. Mejor escuchar, escuchar, observar (el arte de tapa diseñado por Alejandro Ros y las fotos de Andy Cherniavsky bien lo valen), volver a escuchar y, luego de un tiempo inconmensurable –imposible de discriminar si horas, días o noches por lo profunda y sincera que se vuelve la escucha– el que contempla resuelve lo justo según su sencillo juicio frente a una propuesta tan estimulante. Abandonarse y sentir para poder expresar lo que sigue.
Al día nos deja, así, en sintonía con el corazón cuando está dispuesto y disponible, cuando mientras se brinda, recibe. Porque no hay necesidad y juicio que puedan dar cuenta de él. Sólo el alma de aquel que busca una forma de expresión libre y comprometida con un arte trascendente. Con un artista que es el todo y a la vez la parte. Como emergiendo de la última canción, entre un jardín de gente de mirada cálida y cómplice, una verdadera creación colectiva.
Y también nos deja con ganas de algo más, de lo que falta, la experiencia que verdaderamente nos completa: la presencia, la escucha en vivo, que cada tanto nos concede Liliana.
Larisa Rivarola
En la imagen, portada del CD.
Publicado el 1-7-2014.