"¿Es o no es?", se pregunta varias veces uno de los personajes de la obra, cerca del final. La pregunta, que de alguna manera parafrasea el dilema shakespereano de Hamlet, parece aludir a la autenticidad de una relación amorosa. ¿Es esta persona el amor de mi vida? o ¿es confiable el modo en que se relaciona conmigo?, podrían ser otras lecturas. Como sea, esa duda condensa las pretensiones dramáticas de DOS... lo que se disuelve, la obra estrenada por la compañía DNI Tango el 15 de enero en El Galpón de Guevara.
Este trabajo, cuyo grado de elaboración es evidente, pretende indagar en un asunto fundamental: la naturaleza del amor, sus encantos y desencantos, sus vaivenes, sus contradicciones; en definitiva, sus complejidades. Esa pretensión, encauzada con amplitud y sin tapujos, deriva en escenas muy intensas, sea por lo gratas o por lo chocantes. Algunos personajes mantienen una identidad definida; otros viran hasta parecer otros. Nada que no conozcamos en la vida diaria... Pero si no fuera por el anclaje temático que dan los textos del programa de mano, sería difícil percibir un carácter orgánico en la sucesión de cuadros, muchos de ellos inconexos.
Tras definir al amor como un laberinto del que a veces salimos heridos y otras sanados, el dramaturgo Jorge Huertas se (y nos) pregunta en ese tríptico: "¿El amor sucede antes o después de ese extraño laberinto? ¿El amor es un sentimiento, actos efectivos o simplemente una palabra equívoca?" Desde ya que es imposible conseguir una respuesta universal para semejantes enigmas. Pero cabe ponderar los intentos que con variados recursos terminó plasmando DNI Tango, una marca con once años de fructífera vida (no sólo como cuerpo de baile que engendró obras de gran belleza, sino también como una próspera escuela de baile).
El fuerte impacto que provocan las acciones se debe no sólo a la hondura de las situaciones planteadas sino también a un repertorio de recursos amplio, que sin abandonar lo teatral-coreográfico es audaz en varios tramos también desde lo formal. Lo variopinto de las escenas probablemente se deba al proceso creativo, en el que los miembros de la compañía lograron "espiar lejos, transitando nuestra vulnerabilidad crudamente", según acota el mismo programa que recibe el espectador junto con su entrada.. Allí Dana Frígoli (además de intérprete, coreógrafa de la obra y directora de la compañía) explicita que "sin todo lo vivido, no estaríamos contando DOS... lo que se disuelve". En ese sentido, cabe destacar que no es sólo el amor de pareja el que aparece retratado en escena, sino también el filial.
Los resultados, no por dispares, dejan de ser atractivos, particularmente cuando prima el exquisito tango danza que despliegan en muchos pasajes los diez intérpretes. Y no es que en los segmentos más teatrales sean poco creíbles, sino que el tono críptico de algunos diálogos enturbian el disfrute que sí se da cuando se forman las parejas de baile. Aun así, es encomiable la ductilidad expresiva de Dana Frígoli, Adrián Ferreyra, Virgina Cutillo, Jonny Lambert, Juan Pablo Canavire, Sara Westin, Raúl Palladino, Mariana Soler, Marcos Celentano y Chiara Beringuer.
A tono con los movimientos, la banda de sonido de este trabajo se basa en el tango, pero apela a otros géneros. En todos los casos, el "diseño sonoro" de Sergio Falcón contempla oportunos temas musicales, tanto dados como compuestos ad hoc por el dúo Ranas. Como director de actores, al propio Falcón le corresponden, en buena medida, los logros obtenidos con intérpretes que son de común bailarines o docentes.
Como la mayor parte de las obras de danza-teatro, DOS... lo que se disuelve deja más preguntas que respuestas. En todo caso, sugiere muchas posibles respuestas a cada interrogante. El valor agregado llega por otros rasgos: la originalidad del lenguaje (en buena medida tributario del tango), la solidez técnica de los intérpretes (entre los que se intuye la formación integral que distingue a DNI) y cierto carácter circular del guión que invita a reflexionar.
Un segundo elenco funcionará como fusible durante los tres meses de funciones programadas hasta fines de marzo en la sala de Guevara 326 (CABA), los viernes a las 23 y los sábados a las 21, con entradas a $200.
Carlos Bevilacqua
En la imagen, Mariana Soler. Foto de Jonny Lambert.
Publicado el 25-1-2016.