El septeto vocal Voxpop confirma sus virtudes en el espectáculo que una vez por semana presenta en Velma Café. Con un alto grado de elaboración y factura, Voxpop rebobinado es un desopilante relato sobre los orígenes y desarrollo de la agrupación que ya ostenta 14 años de incesante crecimiento.
Ahora se habla de maridaje, pero la confluencia de dos recursos potentes que además hacen sinergia es tan viejo como la vida misma. En el caso que nos ocupa, se sabe que la combinación de música y humor es una fórmula de por sí auspiciosa. Si bien el de Les Luthiers se recorta como uno de los ejemplos más prestigiosos, la simbiosis se dio (y se da) en numerosos escenarios y sets de televisión. Con suerte dispar, por cierto. Pero más allá de la mayor o menor repercusión mediática, el trabajo que vienen desarrollando desde 2002 los integrantes de Voxpop está a la altura de lo más logrado en la materia.
Lejos de recostarse sobre cuadros de probada repercusión, el grupo va creando nuevos sketchs humorístico-musicales que a su vez integran nuevos espectáculos conceptuales. Para el espectador que no tuvo la suerte de ir apreciando esa evolución, puede ser igualmente placentero el devenir entre evocativo y grotesco de Voxpop rebobinado, el show que por estos días ofrecen en un propicio ámbito de Palermo Viejo. Bajo la promesa de contar la historia de esta “acapella band”, sus integrantes (todos varones) se remontan a una adolescencia ambientada en la Argentina de los primeros años ’90, para luego ir acercándose hasta el presente en un hilarante viaje por el tiempo y el espacio (buena parte de las acciones se ubican en la diminuta localidad balnearia Marimar, en un por demás pintoresco pueblito del impenetrable chaqueño, o bien en la soledad de la ruta).
La siempre difícil convivencia, las ilusiones, los desengaños y el gradual crecimiento del grupo son relatados con una sucesión de escenas tan ricas en humor como en música. Una música que proviene exclusivamente de las cuerdas vocales de los artistas. A lo largo de los 90 minutos de show, Hernán Laperuta, Matías Hilaire, Axel Jeannot (tenores), Oscar Llóbenes, Javier Diez (barítonos), Mariano Avruj (bajo) y Pablo Kaloustian (percusión vocal) cumplen con la anunciada consigna de no apelar a instrumentos musicales. Lo cual no quiere decir que esos instrumentos no se escuchen, ya que gracias a la encomiable imitación que hacen con sus voces uno termina escuchando guitarras eléctricas, bajos y todos los sonidos de una batería con un sentido rítmico inobjetable. Si el concepto de precisión puede ser oportuno es porque el repertorio consta de canciones en su mayoría conocidas por el espectador más o menos melómano. Y casi todas alineadas en lo que se conoce como rock y pop clásico (y no tan clásico), tanto anglosajón como latino. A propósito, la correcta pronunciación del inglés en un contexto de melodías y coordinación grupal, bien puede ser visto como otro mérito de los Voxpop.
Pero ese repertorio, que de por sí apela a los recuerdos de muchos, llega con originales arreglos vocales, popurrís y hasta cruces en forma de contrapuntos (con dos líneas melódicas paralelas, a veces de dos canciones diferentes). Resultados que mucho le deben no sólo a las ocurrencias de los intérpretes, sino también al trabajo de los arregladores Manuel Moreno y Juan Serruya, quien además es el director musical de la agrupación.
La cantidad de juegos vocales que incluye el espectáculo, así como el ajustado ensamble de los recursos musicales con los teatrales, hacen que la atención (y el disfrute) casi nunca cedan. Es en lo actoral donde acaso pueda señalarse algún déficit, pero en un contexto de vara muy alta y sin que afecte la solidez de la propuesta. De hecho, más allá de que algunas actuaciones no sean tan convincentes como otras, es ponderable la riqueza del libro, escrito entre Alfredo Allende y los siete cantantes. Las acciones, sean verosímiles o disparatadas, están plagadas de sutilezas y guiños para los que hoy tienen entre 35 y 50 años.
La noche de nuestra cobertura (17-6), Voxpop tuvo como invitada a la compañía de tap Chakatá. Previa excusa argumental ambientada en el mentado balneario atlántico, las cuatro bailarinas de Chakatá aportaron su destreza en el zapateo para dotar de un matiz más a la ya de por sí generosa puesta. Para ellas y ellos también fue un gusto, habida cuenta de que se profesan mutua admiración y de que fue la primera vez que actuaron juntos.
Luego de una mini-gira por el interior del país, a partir del 8-7 los Voxpop volverán a presentarse los viernes a las 21 en Velma Café (Gorriti 5520, CABA) con entradas a $250. Una opción para pasarla bien con “algunas de esas que sabemos todos” en versiones originales y una puesta rica en matices humorísticos.
Carlos Bevilacqua
En la imagen, los Voxpop sobre el escenario de Palermo Viejo. Foto de Germán Duarte.
Publicado el 6-7-2016.