La Chicana, ecléctica agrupación liderada por Acho Estol y Dolores Solá, terminó de presentar su flamante disco La Pampa grande con un recital inolvidable en calidad y emoción. Esta vez, sumaron a los temas propios un recorrido sui géneris por el sur de Brasil. Así, la banda confirma una tradición de “vivos” desprejuiciados que ya ostenta 20 años.
Es una noche de muchos “últimos”. Último sábado de septiembre, último show-presentación de La Pampa grande, que es –ni más ni menos– el último disco de La Chicana. Estamos en el Centro Cultural Torquato Tasso, y a la hora de la cita, las 21, la sala está prácticamente llena.
Los que van llegando –esquivando mozos– se acomodan en las pocas mesas libres. Los rezagados se acodarán en la barra o en los lugares reservados por amigos. Pero no hay de qué preocuparse, como en las mejores familias, al recién llegado siempre se le hace lugar. No todos se conocen, pero uno percibe esa familiaridad de compartir un código, una pasión. Hay de todo: están los más asiduos pero también los que hoy bautizarán sus oídos al particular sonido “vivo” chicanero; están los criollos pero también los hermanos de otras latitudes (un leve portugués se escucha a lo lejos); están las tres generaciones, pero con predominio de la que, cerca del final, demostrará que se sabe la letra de la canción Presente de Vox Dei, ante la invitación de los acordes que parten del escenario. Quien ejecuta los acordes después imaginará en voz alta que si tocara una de Lali Expósito no la cantaría nadie.
Pero para ese final falta, los protagonistas aún no se hicieron presentes, la noche está en pañales, y se vestirá de gaucho y de gaúcho, de rock, de tango, de folclore y de alguna otra yerba. En fin, de fiesta. Ese clima se va sintiendo en la música de las charlas ajenas y de los cubiertos que preludian la otra música, la que todos vinimos a escuchar y compartir al Tasso, la que pronto se orquestará en ese apenas cielo del escenario. Se trata de otro encuentro que tiene algo de rito, que repite algo (el repertorio, la formación), pero que también es una experiencia siempre distinta gracias a la libertad, la improvisación y la espontaneidad características de La Chicana. Y cuando hay el clima y cuando hay el público, hay un gran show. Y los que hoy esperan, ya lo van intuyendo. Y cuando las luces y el sonido ambiente empiezan a adormecerse, los sentidos comienzan a despertarse. Porque de golpe los protagonistas ocupan sus lugares, de izquierda a derecha –orden en que serán presentados hacia el final mientras tocan El paso del elefantito–: Agustín Barbieri en percusión, Patricio Cotella en contrabajo, Sebastián Zasali en bandoneón, Carolina Rodríguez en violín, Acho Estol en guitarra y dirección, Dolores “Lola” Solá en voz. Visten predominantemente de negro, mientras que la heroína gótica que representa Dolores cortará el negro imperante con unas coloridas flores, escapadas de la gráfica de La Pampa grande. Las tonalidades se corresponden con la estética del gótico que la agrupación viene adoptando en los últimos tiempos. Aunque el de La Chicana es un gótico surero y criollo, un gótico del sur, y ese punto cardinal resulta bastante relativo y simbólico: puede ser el sur de la ciudad, el sur de la pampa geográfica, el sur del continente, el sur de Brasil, en fin, una zona de fronteras y pasajes, de transformación, como sugieren en otro plano las mariposas presentes en el concepto del disco.
Gótico también será el repertorio. Porque entre los dieciocho temas de esta noche, mayoritariamente pertenecientes a La Pampa grande, se intercalarán algunos del disco anterior, Antihéroes y tumbas. Ambos fueron concebidos bajo el concepto del gótico surero –ya una marca chicanera–, aunque desde perspectivas distintas. Uno y otro se pueden ver como los dos lados de un lienzo pintado. Mientras La Pampa grande dibuja el espacio abierto, el paisaje natural, los colores nítidos y la luz, Antihéroes y tumbas muestra su revés, el espacio se hace cerrado, la imagen se ve invertida, más oscura, más confusa, sin la claridad del frente.
La pampa de acá
Ya acomodados los músicos en sus lugares, el show abre con cinco temas de La Pampa grande, que a través de los títulos, la poesía y la música pintarán el paisaje natural y pampeano que enmarca el disco. El tema presentación es el vals de Estol Los lirios del campo que propone un inesperado encuentro, parábola de Cristo mediante. Lo sigue el tango campero El aguacero de José González Castillo y Cátulo Castillo, que nos adentra en la gestación de una tormenta de verano en el campo. Siguiendo la serie, Dolores presenta la chamarrita Efemeróptero, de Estol, como “una metáfora de la mosquita muerta”. Acho agrega su nota al aire en la que explica la etimología del término “efemeróptero” (“alas fugaces”) y que refiere a los insectos alados –como las mariposas– que viven un día. Como un último brochazo, ejecutan el tango Cactus, también de Estol. En el medio, hicieron una impresionante versión folclórica de El tesoro de los inocentes, el tema de Carlos “Indio” Solari. Dolores recupera estos versos: Juegan a "primero yo"’ y después a "también yo’" / y a "las migas para mí" y cierran el juego / porque ya saben que el tonto nunca puede oler al diablo / vida mía, ni si caga en su nariz.
La mitad de los temas que serán interpretados esta noche pertenecen a Estol y, del resto, seis son de origen brasileño. Y entre tanta mezcla, un solo tango clásico: El aguacero. Ya a esta altura el público advierte o recuerda que “el vivo” de La Chicana es una experiencia irrecuperable y fascinante. Lo que se pierde en comparación con el sonido impreso en el disco, más pensado, complejo y repleto de efectos, se gana en el vivo con energía y espontaneidad rockera, sin contar con las vibraciones y ecos adheridos que cada espectador se llevará adentro.
La pampa de allá
El sexto tema, Noche de San Juan, musicalización del brasileño Vitor Ramil a partir de un poema del gran poeta portugués Fernando Pessoa inaugura la serie gaúcha; es decir, los temas asociados con los músicos y la cultura de Río Grande do Sul (sur de Brasil), y uno de los ejes de La Pampa grande. El poema de Pessoa expresa la tristeza y soledad del que se confiesa excluido de los festejos de San Juan que realizan sus vecinos, y constituye un verdadero contraste con lo que se vive en El Tasso, donde todo es celebración. Noche de San Juan / más allá del muro de mi quintal. / Del lado de acá, yo / sin noche de San Juan. Justamente la ausencia de muros es lo que reconocieron Lola y Acho en ese rincón del sur de Brasil, además de encontrar costumbres y músicas muy similares a la de nuestra pampa y nuestro Río de la Plata, totalmente alejados de la bossa nova con la que se asocia a Brasil. Ahí comenzó una mutua influencia, amistad y proyectos con los músicos que participaron finalmente en La Pampa grande, y que no pudieron decir presente en este ciclo por la triste coyuntura política del país hermano. Antes del instrumental Jatobá del brasileño Siba, Acho nos explica que se trata de un forró, género muy parecido a nuestra milonga y el candombe uruguayo, cuyo origen es amazónico, “casi originario”.
Mientras tanto, en El Tasso, la serie brasileña seguirá con la hermosa canción de cuna Valsa para una menininha de Vinicius de Moraes y Toquinho, que es cantada por Lola en un tierno portugués. Luego vendrán dos temas en que el español y el portugués se reparten los versos: Romería de Renato Teixeira, dedicada a la virgen de Aparecida y, finalmente, Dos mil uno de Tom Zé y Rita Lee, alocado tema que combina la ciencia-ficción con el folclore, será elegido algo más tarde para cerrar la noche: Soy casado, soy soltero / soy porteño y extranjero.
Pero todavía falta para ese final, y a esta altura del show, el espectador ya fue cautivado por los aspectos performáticos de La Chicana. Sobre todo, la interpretación corporal y gestual de Dolores Solá, cada vez más profunda y expresiva. También los diálogos de contrapunto que entablan los personajes que Lola y Acho asumen en el escenario y constituyen un complemento divertido y necesario que muchas veces roza el anecdotario, el buen sentido del humor y una especie de versión cool de los Pimpinela (son pareja artística y de vida hace más de 20 años).
Danza rusa de Tom Waits, un instrumental de aires balcánicos –primer descanso para Lola–, fue percusionado por todo el público con palmas, platos, vasos y cubiertos. Con él se abre una nueva serie. Es hora de abandonar el paisaje claro y natural que fueron pincelando con La Pampa grande. Hay que dar vuelta el lienzo y apreciar su revés, el lado oscuro y confuso, el costado urbano y sus personajes fronterizos y complejos, el submundo de lo marginal que reina en Antihéroes y tumbas. Con el regreso de la heroína gótica al escenario, vuelve el tango con La uva, de Acho, tema de mucha densidad espiritual, cuyo imperdible videoclip –dirigido por el mismo Estol– se acaba de estrenar en Youtube. Luego siguen el “aire de chamarrita” que suena a cumbia Beto Asperger –estreno en vivo de este ciclo–; y Rosita, un “aire de chacarera” que, junto con Efemeróptero, es uno de los temas de Acho preferidos de Dolores –a quien, como buena heroína gótica, parecen gustarle los temas musicales que prefiguran mujeres fuertes–. Estos “aires de” funcionan en los shows como un pie para contar la anécdota del musicólogo venezolano (que no contaremos acá para que la escuchen en boca de sus protagonistas –aunque siempre la cuenten distinto, según Acho–). Esta serie culmina con El barzón, canción popular de la revolución mexicana, interpretada en el escenario como un rap rural. Es la anteúltima de la noche. Sólo falta Dos mil uno y se termina todo.
Pero antes pudimos escuchar La reina del sur, un rescate del primer disco solista de Acho, presentado esta noche como un “narco-vals” por su temática. Y luego Algo más, al que Acho considera su tema “más tremendo”. Finalmente, sin el recurso de la falsa retirada, La Chicana se despide dos veces sin bajar del escenario y agradecen los unánimes aplausos. Ya no pintarán más paisajes ni climas, ni historias tremendas esta noche. Pero el público se puede llevar esa última foto, los músicos abrazados y saludando. Lo más seguro es que ellos y la gente regresen a sus hogares con el espíritu lleno y el cuerpo energizado. Y eso es mucho, como los veinte años que ojalá no terminen nunca de celebrar.
Hernán Lakner
Imágenes: tomas de la presentación de La Pampa grande en El Tasso y portada del CD.
Publicado el 3-10-2016.
Apéndice audiovisual
Links a videos oficiales de La Chicana correspondientes a sus últimos dos CDs:
La uva: https://www.youtube.com/watch?v=yPLYDg1ChhI
Efemeróptero: https://www.youtube.com/watch?v=PitgjolbVL0
Dos mil uno: https://www.youtube.com/watch?v=kLYJRU8NYRE
El aguacero: https://www.youtube.com/watch?v=7jBxdSfAjD8
Valsa para uma menininha: https://www.youtube.com/watch?v=gal06Gv-grk