Rodeada de una banda de impactante eficacia, la cantante Mariú Fernández sedujo al auditorio de Bebop Club con "Amy & classics", un show en el que interpreta canciones de resonancia en el oído de diferentes generaciones.
La de María Eugenia Fernández es una de esas grandes voces. Plena, dúctil, expresiva. Basta escucharla interpretando algunas canciones de diversa índole para empezar a valorarla y –claro– a disfrutarla. Más conocida como "Mariú", esta joven cantante revela dotes propios de los artistas del teatro musical, ámbito en el que ya acredita una considerable trayectoria. Anteanoche desplegó sus capacidades sobre un terreno que conoce bien: el de ciertas piezas del soul, el blues, el pop y el jazz, particularmente aquellas que interpretaba Amy Winehouse. De hecho, el título-consigna del show fue "Amy & classics". Es más: Fernández protagonizó durante 2016 un tributo a la cantante británica, fallecida tempranamente, a sus 27 años.
Sin embargo, lo suyo no sólo excede el repertorio de Winehouse, sino que cuando lo aborda no cae en la mera imitación. Se acerca a sus modos, pero simultáneamente es ella misma. Así pasó anteanoche con Stranger than me y Rehab, entre otros títulos. Pero a poco de andar, Fernández se despachó con una poderosa versión de Unchaine my heart, célebre canción pop, y más tarde con un profundo abordaje de Feeling good, blues grabado por Nina Simone, entre otros artistas. El recorrido estilístico fue bastante amplio, al admitir más tarde la balada At last y hasta un par de excursiones en clave ska de las que sale muy bien parada. Hasta se hizo tiempo para cantar dos canciones con cuatro niños invitados. Como suele pasar con los grandes artistas, en Mariú Fernández hay algo de carisma personal que suma encanto.
Justo es decir, también, que conmueve con un repertorio amplio por méritos personales, aunque difícilmente tendría los mismos resultados si no fuese por la talentosa banda que la acompaña. En ese sentido, son fundamentales los aportes de Tatiana Caraccia (piano), Guillermo Marigliano (guitarra electroacústica), Nicolás Radichi (bajo), Claudio Scolamiero (saxo), Sebastián Di Pardo (trompeta) y Gonzalo Rujelman (batería).
Y así como ellos dan un impactante soporte instrumental, hay otros dos artistas que funcionan como un oportuno complemento vocal al trabajo de la cantante: "Nacho" Francavilla y Federico Coates. A cargo de los coros, ambos van subrayando, comentando y armonizando lo que María Eugenia va exponiendo en primer plano. En rigor, lo de ellos excede lo meramente vocal, porque además bailan (con gracia personal, a veces incluso mientras cantan) y hasta aportan algo de humor entre un tema y otro. Aunque los presenta como "artistas invitados", Fernández parece ser conciente de cuánto valen, al generarles sendos tramos de lucimiento personal: cuando ella se retira y tanto Francavilla como Coates despliegan sus voces sin ella y con algunos de los instrumentistas en sintonía. De esa forma fue que desde el escenario llegó anteayer una bella versión de Superstition, la creación de Stevie Wonder.
Si la experiencia fue tan grata también tuvo bastante que ver el ambiente físico. El Bebop Club, que por estos días cumple 3 años, es un club de música en vivo con características muy especiales, sino únicas en Buenos Aires. Ubicado en un subsuelo céntrico, recrea la atmósfera elegante y a la vez bohemia de los clubes de jazz de Estados Unidos. Con una capacidad para 130 personas sentadas en torno a mesas redondas, una barra y columnas espejadas, presenta detalles estéticos por doquier. Sin embargo, lo más atractivo para el melómano exigente probablemente sea la calidad del sonido, conservada por la acústica de la sala.
Las opciones que brinda Bebop Club son muchas (siete shows por semana) y si el algún precio excede el promedio de lo que se paga en otros lugares de música en vivo, la contraprestación de lo recibido bien vale lo pagado. Simultáneamente, y a por lo arriba descripto, conviene estar atentos a la próxima actuación de Mariú Fernández, sea ahí o en cualquier otro ámbito.
Carlos Bevilacqua
En las imágenes: arriba, Mariú Fernández durante el recital reseñado junto al guitarrista Guillermo Marigliano (tomada por Silvy Galdi). Abajo, Fernández junto a sus músicos en el camarín de Bebop Club (del Facebook personal de la artista).
En las imágenes: arriba, Mariú Fernández durante el recital reseñado junto al guitarrista Guillermo Marigliano (tomada por Silvy Galdi). Abajo, Fernández junto a sus músicos en el camarín de Bebop Club (del Facebook personal de la artista).
Publicado el 19-3-2017.